stoy cabreado con mi propia profesión, con el alarmismo, con la forma de tratar gran parte de la información, el eco mediático y la falta de rigor también, amparada en la dejadez de una gran masa social que consume por consumir, también la información. Cansado de encender la tele y escuchar que una empresa ha perdido 5.600 millones en un día porque baja en Bolsa, sin que se explique qué significa, que normalmente es nada: capitalización bursátil, no pérdidas. El día a día de los especuladores, que hoy hacen bajar una empresa un 6% para subirla mañana un 10%. Cansado de ómicron, del covid-19 y la vacunación infantil, cuya estrategia pasa por intentar meter miedo de algo que no asusta a la mayoría de padres y madres, en vez de pedir compromiso social y confiar en la respuesta de una sociedad que ha respondido de 9 al pinchazo de marras. Los que aún albergamos esperanza, confiamos en que todo saldrá bien, a pesar de los cañonazos a las moscas, la crispación y esa especie de mentalidad quejica, autocomplaciente y criticona que hemos adoptado como forma de vida. Ah, y mañana lluvia. Y al otro. Y los Reyes no existen, solo el emérito y los suyos, que lo sepáis. Y Olentzero viene con mascarilla y el IPC disparado. Pero ya me he descargado mi pasaporte navideño.