o merece la pena insistir en la contumacia del superior de justicia hacia las medidas que propone el Gobierno Vasco contra la pandemia, pese a que en su última resolución se ha superado con esa comentada referencia a la protección del karaoke. Me quedo con el cambio de postura del lehendakari para elevar la cuestión al Supremo y tratar de revertir un fallo que solo beneficia a esa parte de la sociedad ciega ante el covid e insolidaria hacia sus semejantes; lo contrario de lo que el sentido común entiende por justicia. Tras casi dos años de pandemia pocas dudas pueden existir ya de que son la distancia, la ventilación y las mascarillas las que evitan la propagación del virus y de que es la vacuna el escudo más eficaz para no acabar ingresado, en la UCI o algo peor. Los datos a este respecto son tremendos. Desde que comenzó la pandemia, en Euskadi unas 5.000 personas han pasado por cuidados intensivos y más de 27.000 han requerido ingreso hospitalario. Son cifras redondas que no hablan ni del sufrimiento individual ni de su impacto en el sistema sanitario respecto a la atención de otras dolencias. Y en plena sexta ola, una nueva cepa del virus hace saltar todas las alarmas como ninguna otra variante antes. Dicen que ómicron, que así la han bautizado, tiene más capacidad de contagiar y de atravesar nuestras defensas. Qué raro que algo tan malo venga de África. Igual es su manera de conseguir su porción de la vacuna.