os militantes de Sortu culminan hoy el proceso para elegir su ponencia política para los próximos años. Y tendrán que hacerlo entre dos documentos que reflejan las tensiones internas que se viven en la formación diez años después del fin de ETA. No entra en el guion que la ponencia alternativa defendida por dirigentes conocidos como Joseba Álvarez, Karmelo Landa o Eneko Compains, muy crítica con la trayectoria de estos últimos diez años, vaya a derrotar al texto oficial, pero el proceso ha mostrado como nunca antes importantes desavenencias que en otro tiempo, si ocurrían, se ventilaban sin que trascendiera, fieles al dicho de que los trapos sucios se lavan en casa. Pero los tiempos han cambiado, también para la izquierda abertzale, que tiene que acarrear con los males, o bienes según se mire, de los partidos al uso. En cualquier caso, si nos atenemos a lo que dice el texto que presumiblemente se va a imponer, Sortu va a entrar en un ciclo en el que va a poner todas sus fichas en la casilla de la independencia, una meta que, en su fase final, apuesta por la vía unilateral. En el texto se reconocen enseñanzas de lo ocurrido en Catalunya. Sortu se ha dado cuenta de que el objetivo necesita de una mayoría en su base que ramifique hasta los círculos de poder, desde agrupaciones empresariales a “cuerpos policiales”. La otra lección se refiere al papel de la comunidad internacional, cuyo imprescindible refrendo a un salto unilateral nunca ocurrirá si el proceso no es democrático, pacífico y basado en mayorías. A la vista de lo visto en Catalunya, una mayoría inapelable.