ay que admitir que la presidenta de Madrid se ha convertido en una estrella de la política gracias a su forma desacomplejada de gobernar. Todo le está permitido, hasta frivolizar con los muertos en las residencias de Madrid durante la pandemia. Se ha podido comprobar esta misma semana en horario prime time, cuando ha ponderado el trato "cariñoso y respetuoso" que su administración ha brindado a los cadáveres. Atraídos por ese influjo, los empresarios vascos han reclamado para Euskadi la política fiscal de Madrid, lo más parecido que hay en el Estado español a un paraíso. Y lo han dicho justo después de que el lehendakari acusara a Madrid de dumping fiscal, un régimen que según Urkullu es posible porque, o las pérdidas las iguala el Estado o se rebaja la calidad y cantidad de los servicios públicos. Ha chirriado la reclamación de la patronal vasca cuando todavía no hemos salido de una pandemia que ha azotado duramente a nuestra economía y para cuya recuperación se ha empleado mucho dinero público con el fin de mantener los empleos y la actividad empresarial. Como contestó el lehendakari a una interpelación del PP en elPpleno del parlamento de este viernes, a él le corresponde defender el interés general, mientras Confebask ha mirado sus intereses particulares.