on todo lo que está ocurriendo en La Palma me ha dado por pensar en algo que me viene a la cabeza cada vez que ocurre una tragedia y se tienen pocos minutos para reaccionar y salvar objetos. Si tienes a tus seres queridos a salvo llega el momento de salvar las cosas. Y las cosas no son solo cosas, muchas soportan una carga de recuerdos. Sí, es cierto que los recuerdos se los vincula una misma a las cosas, que ni sienten ni padecen. Pero así es. Damos sentido a las cosas desde nuestros sentidos. Yo muchas veces he pensado en qué salvaría y me doy cuenta que soy una mezcla entre contable y poeta. Cogería la carpeta con los papeles, con el libro de familia (que ya se ha quedado obsoleto), los documentos del piso y todo eso, aunque supongo que casi nada es necesario y todo es recuperable a estas alturas del cuento. Y luego, como oía decir a quienes salían de sus casas perseguidos por la lava, las fotos. Ahora que las tenemos en el móvil apenas las valoramos, cuando las positivábamos y pegábamos con paciencia en los álbumes, tenían otra importancia. En esos álbumes me reencuentro con mi aita, mis aitonas, con mi infancia y mi juventud, con mis recuerdos. Los álbumes ocupan espacio en el maletero, pero los recuerdos ocupan la parte vivida de nuestra vida.