reo que fue Vox el que expresó mejor que ningún otro el pasado jueves, en el Pleno de Política General, el pensamiento oculto que opera en el unionismo ante las demandas de más autonomía. La portavoz del partido ultra se refirió a la "sed insaciable de autogobierno" del nacionalismo vasco, como si fuera un delito a conjurar. La propuesta que formuló el lehendakari para avanzar en esta vía ha sido objeto de deformación y burla, otra muestra de la voluntad que existe para explorar una vía democrática, la que sea, que dé cauce a la aspiración mayoritaria de la sociedad vasca. Pese a su posición minoritaria, el unionismo vasco ha encontrado su zona de confort. No se trata de una minoría de bloqueo al estilo de la que opera en la UE, donde se exigen mayorías cualificadas para implementar acuerdos. Más bien es una minoría Zumosol, que invoca al poderoso primo de Madrid para liquidar las aspiraciones que descosen el traje territorial de talla única. Se ha convertido en un argumento recurrente lo de que Euskadi disfruta del mayor nivel competencial de su historia, como si el autogobierno fuera una chequera que hubiera agotado todos los talones. Si mediante leyes básicas, sentencias del Constitucional y la acción de gobierno se ha buscado el conformismo con lo vigente, se empieza a sentir también un afán por silenciar el debate, por descarrilarlo de la agenda política. Conformes y callados bajo la excusa de que toca hablar de las cosas de comer, como si el autogobierno fuera un asunto que nada tiene que ver.