n octubre se cumplen diez años de la conferencia de Aiete, el marco político e institucional que se organizó para el aterrizaje del MLNV: de ETA, abandonando la violencia, y de la izquierda abertzale, incorporándose al juego político como un actor cualquiera. ¿Diez años después de aquel hito, estamos donde creíamos que íbamos a estar? El futuro nunca está escrito pero, a estas alturas, creo que la mayoría imaginábamos que los homenajes públicos a los presos a su salida de prisión serían una imagen del pasado en el contexto de la renovada convivencia de una Euskadi en paz. Y pensábamos, ingenuamente, que la verdad se iría abriendo paso en asuntos como el GAL, la tortura o los asesinatos y desapariciones sin resolver, en beneficio de un relato de lo ocurrido lo más completo posible. Pero seguimos enfangados en las mismas posiciones con el relato como campo de batalla. Y los homenajes a los presos forman parte del relato que encadena las distintas fases de la trayectoria histórica (también a futuro) de la izquierda abertzale. Si niega a los presos, niega su propio relato. Pero lo que no puede pretender la izquierda abertzale es colar como indolora una versión que convierte un homenaje que lleva implícito el aplauso al pasado en una simple expresión de alegría por el reencuentro familiar.