l viernes la CAV anunció 224 contagios por coronavirus en las últimas 24 horas. De esos 224 nuevos casos, solo 10 -repito, solo 10- tenían 65 años o más. Es una de las primeras veces en esta pandemia que un dato que no tenga que ver con la muerte y la desgracia necesite poca explicación auxiliar. Se entiende solo. La vacunación que tantas horas de debate público inútil se comió funciona. Cumple con su cometido. Veremos si para volver pronto a esa vida normal que jamás recuperaremos, pero sí para cumplir su cometido principal de evitar la gran parte de las muertes. En el mejor de los casos, habremos transitado la mitad de la pandemia sin saber que la cruzábamos. Con ello, el porrón de debates insustanciales que no nos habrán hecho mejores personas. Los datos hoy ya gritan, aunque no metan ruido, como aquellas semanas de vergüenza política con las trombosis por millón de vacunados. ¿Ya no hay trombosis, no preocupan o era un riesgo propio de cualquier medicamento? La realidad de la pandemia y sus científicos se han abierto camino incluso cuando no se les quiso escuchar. Rodeados de demasiada gente que sabía de todo sin tener ni idea de nada. Solo necesitaban tiempo. Siempre, el tiempo. Ese que aún hará falta para creer que habremos vuelto a ser lo que éramos.