o también quiero que me hagan firmar un consentimiento informado si se me ocurre comprar una cajetilla de tabaco ya sea en el estanco o el bar (¡Manolo, te traigo el justificante; dame lo mío!). Y también si me voy a tomar una copita de cava en fin de año, me compro un vino de tetrabrick (cual adolescente) o me bebo una caña al salir del curro. Quiero estampar mi autorización cada vez que entro al McDonald's poniendo por escrito que sí, que vi aquel documental pero quiero mi menú grande con chispa de la vida. Que me hagan firmar un consentimiento cada vez que compro en el súper comida ultraprocesada rellena de azúcar, grasa de palma, glutamato monosódico y muchas letras y números que todavía no sé descifrar. Que me lo pidan cuando compro un coche en el concesionario, y lo mismo si es una moto, una bici o un patinete eléctrico. Quiero que me pidan el consentimiento de que sé lo que pueda pasar si se rompe cuando compro una caja de condones, pero también cuando piso el suelo recién fregado o cuando cruzo el paso de peatones sin semáforo que hay en mi calle. Pero lo de firmar el consentimiento para que te administren la segunda dosis de la vacuna que ya te pusieron tal y como te indican que hagas los expertos y hasta la Agencia Europea del Medicamento como que no lo veo.