l VAR en el fútbol, el Instant Replay en el baloncesto y los mecanismos que se utilizan hoy en día en otros deportes, como el fútbol americano, para corregir los errores de los árbitros son una metáfora de lo que es la vida misma desde que al planeta le sorprendió una pandemia de consecuencias inimaginables. Una vez hemos comprobado en nuestras propias carnes el poder de destrucción del covid-19, nos hemos visto abocados a que nos indiquen cada paso que debemos dar, cada pauta a seguir... En definitiva, qué es lo que podemos y no podemos hacer en nuestro quehacer diario. Es la vida misma supervisada como en el fútbol lo hace el VAR. Al igual que a los futbolistas, y a los aficionados, no les ha quedado otra que acostumbrarse a esta nueva forma de vivir su deporte, a los demás nos está pasando prácticamente igual en esta nueva era pospandémica. En este final de Liga, las críticas sobre las actuaciones arbitrales y en torno a la tecnología audiovisual con la que se protegen están arreciando con fuerza, de la misma manera que se ha suscitado un gran juicio tras la supresión del estado de alarma y la nueva normalidad que vivimos desde el pasado domingo con mucha gente, en su mayoría jóvenes, echándose a la calle en horas intempestivas. El caso es que el inconformismo es consustancial a la humanidad.