os clubes estamos arruinados", espetó sin titubear Florentino Pérez, presidente de la nueva Superliga, en El Chiringuito de Jugones, su plataforma elegida, de forma sorprendente (tampoco juega esto a su favor), para explicar y justificar el anuncio de la nueva competición. Eso no es así. Solo hay que ver la situación financiera de la propia Real, modelo ejemplar en los últimos años de cómo debe gestionarse un club de fútbol, para darse cuenta de que la situación no es tan alarmante como nos la quiere pintar Floren. Si se refiere al Real Madrid, ¿un club arruinado puede realizar una inversión de más de 500 millones de euros en la remodelación del Bernabéu? Y no solo esto, ¿puede cerrar el fichaje del futbolista más caro del mundo, Mbappé, tal y como desea? O quizá la clave esté en que los más ricos quieran sanear sus maltrechas arcas dejando en la estacada a los demás. Es lícito que los clubes más poderosos traten de quedarse con la mayor parte del pastel de los derechos audiovisuales, pero que no mientan a los aficionados intentando vender un producto del que solo se beneficiarán unos cuantos privilegiados. Sí, vivimos en una sociedad capitalista, pero, ojo, no pueden menospreciar a sus potenciales clientes. Aunque lo más gracioso fue lo que dijo después: "Nosotros nos debemos a los aficionados".