eí ayer en la contraportada de este su periódico que una granja alemana había puesto en marcha una iniciativa para permitir abrazar ovejas como método de choque contra la soledad. Fue una de esas noticias a las que le di el pase pensando que era una de las mil chorradas que se nos ocurren a los seres humanos. Pero luego dije, espera, que igual no nos viene mal la idea. Porque, a no ser que ustedes estén rodeados de seres de luz, en general estamos bordes, pero de premio. Nos miramos con recelo, nos contestamos con monosílabos y hasta empiezo a observar que comenzamos a usar menos emojis de besitos y esas cosas. Pues no estaría mal irnos a dar una vuelta y acercarnos a un baserri a pedir permiso para darles un achuchón a sus ovejas, vacas o, incluso, cerdos. Las gallinas las veo menos propias para este cometido. Peores cosas se han oído. A esto le veo una pega. Hace unos años me tocó hacer un reportaje en una feria del territorio. Vi unos caballos muy molones y raros y me fui a preguntar de dónde eran, para saber si eran de una raza rara. El baserritarra me miró como a E.T, se echó a reír, invitó a sus colegas a acercarse y me contesto: ¿De dónde son? ¡Del monte!. No entendía una pregunta tan idiota y me retiré avergonzada. No sé si me atrevo a pedirle que me deje darles un abrazo. Casi mejor, no.