a operación caza y captura de Carles Puigdemont ha vivido esta semana un nuevo capítulo con la votación de su inmunidad en el Europarlamento. La suya, la de Toni Comín y la de Clara Ponsatí. A la vista está que el Estado español no va a descansar hasta capturarlo y exhibirlo como pieza de caza mayor. Las reacciones a la decisión de la Cámara comunitaria han sido de euforia por lo que se entiende como un golpe que mejora las opciones de España de verlo esposado como un vulgar reo. Veremos qué dice la justicia belga. Pese a las buenas palabras y un discurso que busca el apaciguamiento del conflicto, el Gobierno de Sánchez no ha hecho nada todavía para desbloquear el marco en el que ha quedado congelado el conflicto. Aunque lejos de la estridencia con la que el unionismo se refiere a todo lo que huela al procés, la ministra de Exteriores, González Laya, celebró el resultado de la votación porque "los problemas de Cataluña se resuelven en España". Una frase que no pasa una mínima prueba de evaluación, como lo demuestran los hechos con fórmulas basadas en porrazos y graves penas de cárcel. Cómo confiar en una solución a la española con el show políticocircense de esta semana, donde los gobiernos parecen objetos de bazar que cambian de manos con voluntades tan firmes como el valor de la chequera.