ues ya está. Hemos llegado a la víspera de San Sebastián y tenemos todo preparado para no celebrarla del modo habitual. Un poco más de resignación y otro poco de positivismo nos pueden ayudar a extraer algo de diversión a la situación, aunque solo sea una rica cena, algo de barullo, música de Sarriegi y la alegría kaskariña que se nos supone. Ya que no se puede salir, hagamos caso a las autoridades y quedémonos en casa tocando la Tamborrada si nos apetece, viendo en la tele las izadas pregrabadas como sucedáneo de los momentos de emoción y alegrémonos de que hoy tendremos mucho menos trabajo. No hay que planchar delantales, ni coser botones, ni eliminar manchas en las chaquetas ni comprar los últimos guantes blancos para el uniforme de los chavales. Tampoco será necesario que adquiramos con urgencia un chubasquero trasparente en el chino, ni que corramos de aquí para allá para ver a los txikis de amigos y familia en la tamborrada infantil, a veces interminable. Ni que estemos pendientes de la lluvia y el frío. La pandemia no tiene nada de bueno. Está claro. Pero habrá que buscarlo. Eso sí, echaremos de menos a los amigos, ingrediente esencial de esta fiesta. Y, aunque sin pregonarlo en exceso, muchos agradecerán que no haya fiesta.