o solo son tiempos de bonanza para la Real en el ámbito deportivo, en el que sigue liderando la Liga tras sumar ayer una nueva victoria en Cádiz (igualando su mejor racha histórica) y cuajar por ahora un meritorio papel en la competición europea en una temporada en la que afronta la ilusionante final de Copa del 4 de abril y la Supercopa de Arabia de enero, sino que también lo son en lo que al capítulo económico se refiere. La semana pasada LaLiga publicó uno de los indicadores que reflejan lo saneadas o no que pueden estar las arcas de un club, el límite salarial; y la Real, con los cien millones de euros que tiene para gastar en los salarios de sus jugadores, fue una de las entidades de Primera División con un mejor comportamiento en este índice financiero, al incrementarse en un 18% con respecto al año anterior (solo nueve clubes lo han hecho). Un dato que le sitúa en un privilegiado lugar en estos tiempos de crisis, provocada por la pandemia del COVID-19, y que le acerca a los grandes, una de las pretensiones de Jokin Aperribay desde que accedió al sillón presidencial hace casi doce años. Con una plantilla basada en una inagotable cantera, joven y de gran proyección, un estadio que empujará lo indecible cuando regrese la afición y unas cuentas en números verdes, esta Real no vislumbra su techo.