o he leído Patria. Y supongo que algún día tendré ocasión de ver alguno de los capítulos de la serie que recrea el libro, aunque me confieso un vago para avanzar más allá de un par de "continuará". La ficción es un gran recurso para acercarte mediante la emoción y el sentimiento que despliega la obra al desgarro y el dolor que ocurre en aquellos conflictos atrevasados por la violencia. En Euskadi, sin embargo, prefiero la crudeza del testimonio real de las víctimas, con nombres y apellidos. Ahí está la verdad de lo ocurrido. El éxito de la obra de Aramburu es indiscutible pero en algunas opiniones que se oyen y leen se advierte la intención de conferirle la condición de libro total, de relato definitivo. Vana pretensión. No existe la obra que resuma ningún conflicto; todas suman para recorrer en toda su profundidad cada uno de sus pliegues. El propio director de la serie, Aitor Gabilondo, ponía las cosas en su sitio. "Es solo un serie de televisión, ni el relato único ni el definitivo". Casualmente, el día del estreno coincidió con el aniversario del dramático acto en favor de la libertad de Euskal Herria y denuncia de la dictadura que protagonizó el militante abertzale Joseba Elosegi, cuando se arrojó a lo bonzo ante las mismas narices de Franco sobre la cancha del frontón Anoeta. Elosegi, testigo del bombardeo de Gernika, quiso poner al dictador ante el fuego de su crimen. 50 años después, el eco de su heroicidad apenas se ha escuchado. Se impuso otro tipo de lucha cuya factura seguiremos pagando muchos años.