no de los late motiv que se quiere implantar entre la población, por desgracia sin la velocidad ni capacidad de contagio que exhibe el coronavirus, es el que nos pide que consumamos en clave local a medida que la normalidad se abre paso. Creo que casi todos estamos de acuerdo con ese mensaje porque deducimos que apostando por lo más cercano ayudaremos a reactivar la economía en beneficio de todos. Pero surge la pregunta, ¿qué es producto local? Por supuesto, los comestibles que cosechan los baserritarras son producto local. Es, seguro, la imagen más recurrente, y tirando de ese ejemplo pasamos a ese lado de la raya a todo el pequeño comercio que a partir de mañana dará un paso más en su desescalada. Ya tenemos dos características del consumo local que hay que potenciar: el producto hecho aquí y el espacio de venta que convive con nosotros en la calle. ¿Y las grandes superficies comerciales, son consumo local? Hasta antes del virus sin duda lo eran, o ese era el mensaje que avalaba su implantación, por los recursos que ingresan las arcas municipales y por todo el empleo que generan. Entonces, ¿qué queda fuera del consumo local? Sin duda, el Internet que simboliza más que nadie Amazon y que campa a sus anchas y escapa a la fiscalidad general. En el fondo, la cuestión se reduce a nuestra capacidad de consumo tras la crisis sanitaria, que es la que marcará el patrón de compra de la gente.