Nos engañan. Meter los cuidados paliativos en el debate de la eutanasia equivale a convertir el servicio de un consejero matrimonial en alternativa al divorcio. Es una trampa asquerosa y ruin que solo se me ocurre que puede tener dos orígenes: la maldad, para que la gente sufra lo indecible, o la ignorancia de quien vive en un cuento y aún no sabe lo jodida y dolorosa que puede ser una enfermedad. Por supuesto que tiene que haber un buen servicio, gratuito y universal, de cuidados paliativos y, de hecho, existe, aunque a veces parece más difícil de lo que sería lógico llegar hasta él, pero no puede ser que lo vendan como alternativa a la eutanasia porque hablamos de cosas completamente distintas. Los que no quieren legalizar la eutanasia, que son los mismos que están en contra del matrimonio homosexual, el aborto y antes del divorcio, porque viven varias décadas por detrás del resto de la humanidad, no pueden convencernos de que una terapia sea la solución al divorcio o la homosexualidad como no pueden mentir asegurando que los cuidados paliativos acaben con la necesidad de recurrir a la eutanasia cuando el sufrimiento es tan terrible que no quedan medicinas ni terapias que lo alivien. Solo hay que escuchar a los afectados y a sus familias. Uno es dueño de su vida y debe tener derecho a morir dignamente y sin dolor, incluso si no puede hacerlo por sí solo. Es una cuestión de humanidad.