Recorrer una ciudad con bastantes obras, como es Donostia en la actualidad, requiere estar atenta y es aconsejable seguir las indicaciones. Si existe un desvío para peatones, digo yo, que para algo será. Pues hay muchos y muchas que piensan que el objetivo final es molestarles, y en vez de seguir por donde se les indica lo hacen por donde les da la gana. Eso sí, llegan a su meta sonrientes aunque lo hagan entre bocinazos y tras haberse arriesgado a perder la vida un par de veces. Llegan como diciendo, “¿veis que listo soy?, he ahorrado tres centésimas de segundo y casi me atropella un autobús, pero haciendo lo que se me pone en la punta de la nariz”. El padre de un amigo utilizaba un dicho que con el tiempo me he dado cuenta que es la pura, purita verdad: “Para que se joda el coronel, no como rancho”. Muchas veces confundimos la casqueta con la rebeldía, pensamos que así nos enfrentamos a la autoridad. ¡Gran hazaña! Yo de joven era muy de eso. Cuando me ponían una hora de regreso y me parecía pronto soltaba un “para eso no salgo” y me quedaba en casa encerrada y de morros. Mi madre encantada, porque no se tenía que preocupar, y yo habiendo cumplido con mi papel de reina del drama y sin comer el rancho. Que no aprendemos.