"¡Lehendakari, todos somos contingentes pero tú eres necesario!". Se imagina uno la reunión de esta semana del Consejo de Gobierno del Gobierno Vasco (valga la redundancia) y le viene a la cabeza la mítica escena de Amanece, que no es poco. Elecciones habemus. No sabemos cuándo serán, ni en Euskadi ni en Catalunya, pero haberlas, habrá. Si me dan a elegir, y es puro pragmatismo periodístico, cuanto antes, mejor. Las de Euskadi, digo, que las de Catalunya pueden cambiar en 24 horas. Cuanto antes sean, más corta será la precampaña, que es como la campaña pero sin anuncios gratuitos en la tele pública. Hasta hace nada, cada pocos años había uno de barbecho, sin elecciones. Ni generales, ni forales, ni municipales, ni autonómicas, ni europeas. Por ejemplo, en 2021 no está prevista ninguna cita con las urnas. Pero, visto el panorama, alguna caerá. Algún gobierno se romperá. Y si no hay elecciones aquí, ya habrá en otros lugares en los que seguimos la actualidad política como si fuera propia. Y si no, echamos mano del comodín de Venezuela, que siempre viene bien. O de los caucus de Iowa, que no sabemos qué son ni para qué sirven, pero, oiga, suenan bien. A fin y al cabo, en unas elecciones, todos somos contingentes.