Si no fue poco el dinero que nos escamotearon con el redondeo, a su favor claro, aplicado por la llegada del euro, a principios de 2002, prepárense ahora con la nueva ofensiva que están pergeñando... Esto es, la Comisión Europea sopesa eliminar las monedas de uno y dos céntimos de euro. ¿La razón? Pues, según aseguran, que el coste de producir estas monedas supera el valor de las mismas. Y, claro, no están para perder. Además, con la intención de que nadie piense mal, desde el organismo europeo se han encargado de deslizar que en los países en los que ya se ha puesto en práctica esta medida (Finlandia y Holanda, por ejemplo) el redondeo "no ha generado un aumento de los precios para los consumidores". La idea es que se aplique a toda la Unión Europea y se agarran a las consultas realizadas, como un eurobarómetro que en 2017 apuntó que el 64% de los europeos "estaría a favor de abolir las monedas de uno y dos céntimos". Que sí, hasta yo estoy de acuerdo con que desaparezca esta calderilla, porque, a decir verdad, no hace más que molestar en los monederos y en los bolsillos (al gusto de cada uno), pero, al igual que pasó en 2002, ya sé a quiénes no va a favorecer el dichoso redondeo de los precios. En estos casos, los que pierden siempre son los mismos.