Aestas alturas ya se habrán dado cuenta de que todo es de pego. El Gobierno de Pedro Sánchez, digo. 22 ministros y ministras y un presidente para sellar uno de los agravios más dolorosos de la historia de la democracia. Pese a los lamentables esfuerzos de maquillaje dando protagonismo a las señoras Calvo y Calviño (mucho lirili), la realidad, tozuda, se muestra cruel con los alopécicos: ni un solo calvo en todo el Ejecutivo (poco lerele). Está Juan Carlos Campo Moreno, ministro de Justicia, raspadito, sí; pero con una mata reconocible en lo alto de las alturas... y pelusilla. Y es reincidente Pedro Sánchez, que tampoco incluyó a ningún alopécico en su anterior Ejecutivo. Ahí está Marlaska, todo chulo, luciendo súper mata engominada. No es justo, señor juez. Ejemplar Rajoy, con Wert, Fernández Díaz, De Guindos (este sí, de los míos) y el propio Montoro, que también flojeaba, aunque usaba peine para rascarse los pelos de la sien. Discriminación positiva le llaman algunos. Aznar tenía a Rato, Abel Matutes... era otra cosa: más igualitaria. Tampoco era sospechoso Felipe González, con más de un calvorota, entre ellos Joaquín Almunia o Francisco Fernández Ordóñez. Desde este txoko, ¡exijo justicia y reparación ya! ¿Dónde está la igualdad, señor Sánchez? Quiero a la mitad rapados. O al menos que enseñen el culo.