No, durante las navidades no he cumplido ninguno de esos propósitos que me fijé antes de que llegaran estas señaladas fechas. No corrí la sansilvestre (siempre encuentro algo mejor que hacer); no me he leído ese apasionante libro que dejé en la mesilla; ni he ordenado mi escritorio, que sigue esperándome repleto de papeles; tampoco he sido capaz de llevar a cabo ni la mitad de las otras tareas y quehaceres que aplazas para los días de vacaciones como tabla de salvación; además, caí, como de costumbre, en las tentaciones que se presentan sobre la mesa de las tradicionales comidas y cenas de esta época; y sí, pese a proponerme lo contrario, he chupado la cabeza de las gambas, aunque no hay que alarmarse porque no habrán llegado a media docena. Pero me siento satisfecho? He conseguido pasar la mayor parte del tiempo entre la familia y los amigos (no se me ocurre otra cosa mejor que hacer). Ah, y como cada año, subí a uno de los picos de Aiako Harria en las primeras horas del año. Que no es poco. En cualquier caso, desde mañana me pongo con los deberes pendientes. Así que ya tengo los primeros propósitos (eso que está tan de moda en los inicios de año) para este 2020. Ya saben, nunca es tarde?