Cuando a mitad de intervención el numero dos del principal partido de la oposición ha sentenciado tu discurso y desprecia la segunda parte que todavía queda por escuchar, soñar con los cien días de gracia que en tiempos anteriores a Internet disfrutaban los gobiernos recién constituidos es como creer en los Reyes Magos. "40 minutos de discurso entre falsedades y vacío de ideas. Lo peor no es esto, lo peor es lo queda", dejó escrito García Egea en su cuenta de Twitter con el asiento del escaño todavía frío. Mientras en el Congreso se ventila el primero de los tres días del Pleno de investidura, fuera, en Madrid, la derecha extrema y la extrema derecha, cada vez más difíciles de distinguir, salen a la calle para dolerse por un gobierno que "traiciona" a España, que implantará el comunismo bolivariano, que troceará el país al gusto de los separatistas, que comerciará con él para engordar a los nacionalistas periféricos y que ya ha dado la espalda a las víctimas por sus tejemanejes con los terroristas. Y encima, los pueblerinos de Teruel se suben a este carro de inmoralidad en el que también parece haber sitio para leoneses, sorianos y otros egoísmos. Para qué seguir escuchando cuando la enfermedad y su evolución ya están escritas. Imaginar la medicina que preparan es seguramente el mejor salvavidas de un gobierno que, si al final sale, le espera un calvario por delante.