La chaqueta que protegía a Martin Zabaleta cuando ascendió al Everest, las botas que Juanito Oiarzabal utilizó en 2004 en el K-2 y los crampones que usó Pili Ganuza en los 60 y 70 en el Montblanc y el Cervino. Son solo tres de los objetos históricos que Emmoa-Fundación Museo del Montañismo Vasco guarda en su sede provisional del polideportivo Zuhaizti de Donostia. Los promotores del museo iniciaron hace ya varios meses una larga travesía con la meta de conseguir que el legado de la historia del montañismo vasco se pueda mostrar al público de manera permanente en un espacio del estadio de Anoeta. Como en las expediciones al Himalaya, primero se enfrentan a trabas burocráticas y, al mismo tiempo, para alcanzar la cima necesitan formar una cordada que les lleve a lo más alto. La semana pasada se dio a conocer la campaña que han iniciado para recabar apoyos, no solo económicos, sino también en labores de voluntariado, de patrocinio o mediante la donación de material histórico. Desde 20 euros al año hasta el infinito, Emmoa impulsa un proyecto que sirva de refugio al patrimonio del montañismo vasco. También a través de un reto fotográfico que consiste en colgar en las redes sociales (con las etiquetas #Únete a la cordada #LotuGureSokara) una foto de nuestros recuerdos en la montaña. Un reto que incluye jugosos regalos y que está abierto hasta el 27 de diciembre.