¿Qué pasaría si abrieras una foto que te ha llegado al móvil en la que vieras a uno de los candidatos a alcalde para tu pueblo propinando una patada a una persona sin hogar? Es casi imposible que votaras por él. Esta imagen, claramente, condicionaría tu elección. Así como en otros casos de noticias o mensajes en los que hueles que se esconde un bulo, esta vez no albergarías ninguna duda. Son tus propios ojos los que han visto la fotografía. ¿Qué más pruebas se pueden pedir?

Esta historia inventada puede ocurrir. La inteligencia artificial lo permite. Una inteligencia que como todo gran poder y, más si su uso depende de los humanos, nos traerá innumerables avances que mejoren la calidad de vida de la gente. Pero que, al mismo tiempo, ofrece enormes posibilidades para, por ejemplo, manipular a la sociedad. Una manipulación que deja a las peligrosas fake news en un juego de niños. Ante estas falsas noticias, nuestros sentidos actúan y detectamos con más o menos esfuerzo el engaño. En el caso del mal uso de la inteligencia artificial, esta tiene el poder de condicionar brutalmente nuestra percepción de un solo vistazo. Lo digo por propia experiencia. Hace unos días, con mis propios ojos vi una imagen del papa Francisco vistiendo un abrigo blanco. Uno que parecía más acorde para un rapero que para el obispo de Roma, pero no dudé. Me lo creí y hasta pensé, ¡mira que moderno él! En este caso fue con una foto, pero la tecnología también permite hacer vídeos hiper realistas. Formatos visuales que engañan hoy al ojo humano y en meses, probablemente al oído, con voces de personajes diciendo barbaridades. Una tecnología que mata al mismísimo apóstol Santo Tomás y su célebre “ver para creer”. Aunque puede que no tanto y es que, viendo lo que esta inteligencia provoca, espero nos creamos de una vez los peligros que entraña y tomemos medidas para su control.