l Gobierno de coalición de Pedro Sánchez se enfrenta hoy a una de las votaciones en el Congreso más decisivas para la continuación de la legislatura en medio de la crisis del espionaje masivo a dirigentes políticos. Hasta ayer mismo, representantes del Ejecutivo seguían negociando contrarreloj los apoyos al plan de choque de 16.000 millones de euros para hacer frente a los efectos en la economía por la guerra de Ucrania después de que parte de sus socios hayan dado portazo al apoyo tras el escándalo democrático por el conocido caso Pegasus. Con el cambio in extremis de ayer, el plan de choque se tramitará como proyecto de ley para intentar que no decaiga después, en el caso de los socios de ERC, de amenazar con retirarle el apoyo y abrirse la posibilidad del apoyo del PP tras la presunta nueva etapa de deshielo abierta con el mayor partido de la oposición, liderado ahora por Alberto Núñez Feijóo. Respecto a los primeros, el rechazo ayer del diputado Gabriel Rufián en la sesión de control en el Congreso o la amenaza del president Pere Aragonès desde Catalunya, donde se aprobó con el apoyo del PSC la denuncia en tribunales del espionaje, de exigir la dimisión de la ministra de Defensa Margarita Robles tras justificar el espionaje al procés, abona la posibilidad del rechazo al plan. De otro lado, la tímidamente inaugurada etapa de entendimiento con los populares después de que Sánchez no aceptara las propuestas de los de Feijóo, podría dar al traste con la votación o todo lo contrario, constituir el primer ejemplo de la etapa de deshielo y el arranque de un cambio significativo en los apoyos. Con todo, el Gobierno cedió ante la presión y pese a que no es la primera vez que pasa apuros en la aprobación de determinadas leyes por la indolencia con su abanico de socios parlamentarios, las horas clave dejaron la posibilidad de aportaciones para salvar el plan enfrentándose a una ajustada votación para sacar adelante el proyecto por la mínima y con el no de los republicanos retratándose en la votación de hoy en la cámara baja y trasladando a la sociedad un enfado necesario traducido en la negativa a un plan también necesario y demostrarse también nocivo para los partidos que lo rechazan.