ocos lugares habrá en el mundo de la dimensión que tiene Gipuzkoa que tengan la capacidad emprendedora y de creación de empresas de base tecnológica como la que existe en este territorio, como consecuencia de la existencia de un potente ecosistema de iniciativa público-privada que está dando lugar a proyectos empresariales y que ya están dibujando el escenario por donde se va a discurrir nuestra actividad económica.

Esta semana, BIC Gipuzkoa ha inaugurado oficialmente sus nuevas instalaciones en el parque tecnológico de Miramon de Donostia, que tratan de responder de la manera más eficiente a las necesidades que presentan las startups y el desarrollo de nuevos proyectos empresariales que están creciendo cada año batiendo récords, a pesar de la pandemia y de las crisis económicas.

Un dato revelador de esta energía emprendedora de base científico-tecnológica que gravita en torno a BIC Gipuzkoa es la creación de 49 empresas durante el año pasado que realizarán una inversión de 39,77 millones de euros y generarán 511 empleos en los próximos tres años en sectores como el industrial, tecnologías de la información, biosalud e industria 4.0. A día de hoy, en las nuevas instalaciones de BIC Gipuzkoa, que supone el tercer cambio de sede social en su dilatada trayectoria con el objetivo de dar respuesta cumplida al siempre complicado proceso de poner en marcha un proyecto empresarial innovador, se encuentran un total de 35 empresas que dan trabajo a 300 personas.

Este volumen de actividad da idea del importante ecosistema emprendedor pivotado en torno a BIC Gipuzkoa, de cuya existencia valoran muy positivamente los emprendedores, hasta el punto de que existen empresas que, pudiendo deslocalizarse, han decidido fijar su sede en Gipuzkoa, donde participan otros agentes importantes en el territorio como son el Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Gipuzkoa, que contribuyen al 50% en su mantenimiento, las universidades, los centros tecnológicos y el importante tejido industrial e innovador que contamos en el territorio.

Una prueba de la eficiencia que ha demostrado BIC Gipuzkoa en toda en su andadura es que la tasa de supervivencia de las empresas nacidas bajo su amparo es del 70% cinco años después de abandonar su apoyo. Empresas como Graphenea, Watio, Wave Garden, Biobide, Enigmendia, Nesplora, Quimatrix, Irisbond o Countercraft son un elocuente reflejo de esa realidad. A ese larga lista hay que incorporar, últimamente, empresas como Multiverse Computing, dedicada a la computación cuántica, con múltiples aplicaciones para prevenir el comportamiento de sectores estratégicos económicos, que ya ha creado 24 patentes y cuenta con delegaciones en Toronto (Canadá), París y Munich. O el caso de Biotech Foods, dedicada a la producción de carne cultivada y en la que ha tomado una participación mayoritaria el gigante cárnico brasileño JBS, por la ausencia de inversores vascos que decidieran apostar por esta compañía.

Y todo este ecosistema de startups de primer nivel tecnológico que tenemos en Gipuzkoa, es posible gracias a la pasión, entusiasmo, tenacidad y espíritu positivo que irradia su directora, Marisa Arriola, a la hora de resolver las necesidades que tienen los emprendedores en el desarrollo de su proyecto empresarial. Son 24 horas al día de acompañamiento callado para contribuir a que los sueños y las ideas de los emprendedores puedan fructificar en una realidad palpable y de largo recorrido.

Y mientras debemos felicitarnos por contar en Gipuzkoa con un centro impulsor de empresas de primer nivel tecnológico que se están adelantando al futuro y a una nueva industria que gravita fundamentalmente en el conocimiento, nos llega la noticia de que el sindicato LAB ha decidido no participar en los órganos de dirección de las EPSV de empleo Geroa, Elkarkide-tza e Itzarri, justo cuando el Congreso de los Diputados inicia la tramitación para aprobar el proyecto de ley de los Planes Colectivos de Pensiones, impulsado por el Gobierno Sánchez y que se basa, precisamente, en el modelo vasco, y cuando el Gobierno Vasco ha iniciado la tramitación de una nueva ley para las EPSV de Euskadi.

Justificar esta decisión bajo el argumento de que las EPSV de empleo debilitan el sistema público de pensiones es una muestra más de ese complejo ideológico que ha vuelto a instalarse en sectores de la izquierda y que están recuperando el viejo mantra de que la retribución de los pensionistas solo puede proceder del Estado. Paradójicamente, cuando hay una coincidencia plena de la existencia de problemas importantes de sostenibilidad del sistema público, debido a la reducción del número de cotizantes a la Seguridad Social que aportan menos recursos al contar con unos niveles salariales más bajos.

La decisión de LAB no se entiende porque, aparte de traicionar la voluntad de los dirigentes del sindicato que hace 25 años tuvieron una gran visión de futuro, junto al resto de las centrales sindicales y Adegi, de crear Geroa Pentsioak para favorecer la jubilación de los trabajadores -siguiendo el ejemplo de los funcionarios de las diputaciones y ayuntamientos vascos que ya contaban con su EPSV de empleo-, va en contra de la filosofía del sistema de las pensiones complementarias que tiene la virtualidad de favorecer la cohesión social y el tramo final de la vida de aquellos trabajadores que presentan rentas bajas y medias, al contar con poca capacidad de ahorro.

La renuncia de LAB al modelo complementario de pensiones de los trabajadores habrá sido recibido con gran alborozo por parte de las entidades financieras, entre ellas, una vasca, que tiene en las EPSV individuales una de sus fuentes importantes de negocio, y ahondará todavía más en las diferencias existentes entre aquellos pensionistas suscriptores de los planes de los bancos con una alta capacidad de ahorro y los que no la tienen.

De la misma manera, parece deducirse que, con esta importante decisión histórica, LAB está favoreciendo la implantación en Euskadi de la EPSV de empleo que está impulsando el Gobierno español y que parte con el apoyo de los sindicatos CCOO y UGT, cuando hasta ahora ni este sindicato, ni ELA, -que mantiene un elocuente silencio-, han mostrado interés para trasladar el modelo Geroa al conjunto de Euskadi. Decir que las EPSV de empleo no son universales ni solidarias entre los trabajadores es un argumento falaz que parte del hecho de no entender el concepto desde sus inicios, sobre todo cuando su escenario es la negociación colectiva en sectores de actividad.

Las EPSV de empleo nacieron para complementar unas pensiones públicas, siempre sometidas a la incertidumbre por basarse en un sistema de reparto y no de capitalización, y no para servir de base para crear "un sistema público propio", como manifiesta el sindicato abertzale. Por cierto, sería interesante saber qué propuesta tiene LAB en este sentido y que medidas plantea para que los pensionistas que cobran la jubilación de la Seguridad Social recuperen los cuatro puntos que han perdido de poder adquisitivo en este año 2022, a raíz de la última revalorización del Gobierno de Sánchez que supuso un incremento del 2,5% para las contributivas. Esperamos su propuesta.