el día de Santo Tomás, 21 de diciembre, suele ser un día grande en Donostia. El centro de la ciudad es tomado por cientos de puestos de baserritarras y artesanos que venden sus mejores productos y también por numerosos colectivos sociales y estudiantiles que ofrecen sus pintxos de txistorra para sacar unas perras con las que cubrir sus objetivos sociales y estudios festivos.

Una vez más, vuelve a la palestra la polémica generada por los colectivos animalistas ante el tradicional sorteo de una cerda. La cerda Ximona proviene de un pequeño caserío de Leitza que ya el año pasado tuvo que aguantar las iras de un grupo animalista, lo cual ha provocado que este año el Ayuntamiento de su localidad, la asociación de baserritarras y un grupo de consumo hayan tenido que salir en su defensa por considerar que esta ganadera es un "inmejorable aliado de los animales", alejada de los estereotipos de otros modelos industriales que suelen ser el objetivo habitual de los colectivos animalistas.

Por otra parte y paradójicamente, al menos para mí, sin tanta polémica ha sido anunciado que el desfile del Olentzero (para mis seguidores más allá del Ebro, personaje navideño tradicional vasco) contará con una comitiva de 600 personas que recorrerá el centro con los señores del bosque Basandere y Basajaun, tres forzudos gentiles, un dragón, 70 duendes y enanitos, gigantes trikitilaris, seis eguzkilores, 14 leñadores en bicicleta, 60 baserritarras, tres grupos de danza y dos carrozas.

Pero, al parecer, la comitiva no incluye ni un triste asno para acompañar al carbonero Olentzero. Alguien ha estimado que es mejor para nuestros niños no herir su sensibilidad, no vaya ser que salgan una malignos maltratadores de animales, y que es mejor que se familiaricen con inocentes dragones, duendes, etc... y que no se acerquen al burro de marras. Eso sí, luego nos lamentaremos que nuestros niños no tienen el más mínimo contacto con los animales y que desconocen hasta lo más mínimo del reino animal más cercano.

Pues bien, en esta Donostia del pitxiglas, más concretamente en el palacio de congresos Kursaal de Donostia, fue donde las autoridades decidieron celebrar el 25 aniversario de Euskal Okela, la única carne que cuenta con la garantía de la marca de calidad Eusko Label.

En pocas palabras, una carne con txapela puesto que todo el proceso, desde el nacimiento y engorde hasta el sacrificio (perdón a los sensibles) se hace en tierras vascas y bajo un riguroso control que, frecuentemente, tiene mareados a los ganaderos con tanta visita e inspección. El acto festivo en cuestión, como es habitual por estas latitudes, fue FCC (Fino, Correcto y Comedido), serio dirían algunos, pero la "grisura" guipuzcoana no da para más alegrías y por lo tanto no me queda más que apuntar un par de cosas.

Primero, un acertado homenaje a una incansable batalladora del proyecto como fue Alazne Uribarren que la dichosa enfermedad nos la llevó antes de lo que quisiéramos y segundo, un acertado homenaje a los alma mater de la historia, los ganaderos y los carniceros en la persona de tres ganaderos y tres carniceros. Ambos colectivos, ganaderos y carniceros, diferentes pero estrechamente vinculados y unidos por su carácter de empresarios autónomos en un momento delicado.

Volviendo a Euskal Okela, no quisiera finalizar este artículo sin dar unos cuantos datos para que usted, querido lector y, espero, consumidor de carne, conozca la realidad del sector cárnico vasco. Actualmente, con datos de 2018, la marca Euskal Okela aúna a un total de 783 ganaderos, 415 puntos de venta autorizados y se faena un total de 13.566 canales y comercializan cuatro millones de kilos.

Si tenemos en cuenta que las estimaciones apuntan a que en la CAV se da un consumo total de 94.000 canales (aproximadamente 27.850.000 kilos) podemos afirmar que el Label sería un 14,41% del consumo total de carne de vacuno. Además, si tenemos en cuenta que, según la estadística ministerial, Euskadi produce 12.300.000 kilos de carne de vacuno podemos concluir que Euskadi produce aproximadamente el 45% de la carne que consume y que, de ella, el 32% es Label.

Mirando a los datos cabe todo tipo de reflexiones. Hay quien pensará que no alcanzamos a producir ni la mitad de lo que consumimos y, por lo tanto, hay mucho mercado por conquistar. Los habrá quienes piensen que de aquellos consumidores que optan por la carne local sólo hay un 30% que opta por el Label. ¿Por precio, por calidad o porque optan por carne local de un ganadero o carnicero conocido en quien confían? Los habrá, incluso, que ni se han interesado por el origen de la carne de su plato puesto que su único factor de compra es el precio. Haberlos, haylos, pues de todo hay en la viña del Señor.

De vuelta a casa, a mi Legorreta del alma, repasando mis experiencias con el Label, me vino el recuerdo de un largo y tortuoso pleno parlamentario en Gasteiz, celebrado hace ya bastantes años, donde en el transcurso de una votación sobre el Plan Estratégico Rural Vasco se coló una alegación de un parlamentario popular (a propuesta de la organización agraria ENBA) que proponía que el Label Vasco sólo amparase carne de animales nacidos, criados y sacrificados en Euskadi.

El parlamentario popular, sin saberlo, coló una alegación, finalmente aprobada, que provocó el enfado y contrariedad de más de algún político, cadena y ganadero que defendían, discretamente, eso sí, la apertura a carnes foráneas. Felizmente, todos aquellos ahora apoyan Euskal Okela.

Zorionak eta Urte Berri on!-Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.