ace años las personas se apelotonaban a las puertas de los grandes almacenes para ser los primeros en poner un pie en las rebajas de enero. Hoy, estas han quedado diluidas en la vorágine de constantes ofertas, días especiales, y carteles de "liquidación por cese de negocio" que, a los meses, curiosamente, vuelves a ver en el mismo escaparate. Si le añadimos que el comercio electrónico ha llegado para quedarse, solo algo permanece intacto: El H.E.R. (Hombre En las Rebajas). Cual Félix Rodríguez de la fauna humana, este sábado disfruté analizando a las diversas especies de HER en las tiendas. Una es muy visible porque está parado en la puerta sin entrar. Ha perdido toda esperanza de que incluso un fugaz cruce de miradas con su pareja, haga que esta salga. Se encuentran casi catatónicos y ni siquiera disimulan con el móvil. Si se juntan varios al mismo tiempo pueden hasta entorpecer el paso. Ya dentro encontramos al HER perchero que acumula bolsas y prendas en sus brazos pero, como si el tema no fuera con él, manteniendo una mirada perdida como la que puso en su última colonoscopia. Tiene una subespecie que es el HER seguidor que con los brazos también ocupados se mueve tras su compañera como si de un concurso canino se tratara. Guarda la distancia y se para y activa al compás de ella. La edad influye claramente, y por eso están los HER motivados. Sin llegar a los 30 años, cándidos enamorados que se pasean por los pasillos de la mano de su chica atreviéndose incluso, a dar su opinión. Ya en su madurez, y con la misma chica, sabrán que hacer salto base puede ser menos arriesgado. Si buscas un número de humor, te recomiendo observar al HER en una tienda de lencería. Sin saber dónde posar la mirada, solo espera que aquello termine cuanto antes. Al final, ir de compras fue de lo más divertido. Y es que los humanos nunca defraudamos.