El día 10 de diciembre de 1948 laAsamblea General de las NacionesUnidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ese sí fueun gran paso para la humanidad. Ríete tú dellegar a la Luna. Supuso el reconocimientoformal de nada más y nada menos que losderechos que toda persona tiene por elhecho de serlo y no por nuestro dinero ocara bonita. Nos dijo a las personas, perosobre todo, a los Estados, qué se debía y nose debía hacer. Injusticias históricas aún hoypresentes como la esclavitud o el matrimonio forzado sabemos que son una vulneración de Derechos Humanos en más de 500idiomas, porque así se aprobó hace ya 71años. Reconoció no solo el derecho a la vidasino también aquellas condiciones que lahacen digna, como el alimento, la libertadde expresión o la educación. Derechos de losque nadie puede ser privado, tampoco nuestro enemigo. Derechos indivisibles con losque no vale decir me cojo este (la propiedad)pero dejo aquel (un juicio justo). Y todo ellogracias al mejor invento del mundo: la dignidad humana. Esa esencia que hemos decidido que todos compartimos y gracias a lacual merecemos que los Derechos Humanossean respetados y que la Declaración recogió por primera vez en la historia. Muchosconsideran que para poco ha servido si nose respetan sin poner en valor que, precisamente eso lo sabemos, porque este textoexiste. Claro que muchos se limpian el trasero con la Declaración pero prefiero milveces que exista, aunque sufra por suincumplimiento, a vivir en un mundo sinella. En un país como el nuestro que conocede primera mano la dictadura, el terrorismo, la tortura o la pobreza y que, orgulloso,puede decir cuánto hemos mejorado, debería hoy ser un día diez para valorar lo conseguido. Pero también un día diez para defenderlo y reivindicar que todas las personas,sin excepción, puedan también celebrarlo.