uando se anunció el nombramiento de Ander Iturri como nuevo director de Movilidad de la Diputación de Gipuzkoa, los medios ofrecieron un detallado perfil del joven socialista, en el que era descrito literalmente como europeísta, vasquista y de profundas convicciones socialdemócratas. Como quiera que tales palabras se repetían de manera idéntica en diarios y emisoras, surgió en mí la suposición de que la semblanza había nacido en la oficina de prensa del propio PSE-EE. Comprobado: así había sido.

Recuerdo un debate parlamentario en el que un representante abertzale instó a una dirigente socialista a que siguiera la senda de los vasquistas de su partido. La respuesta fue contundente: en nuestras filas todos somos vasquistas. No le faltaba razón, pues el hecho de que cada persona sienta, viva, ejerza lo vasco -y por lo tanto su vasquismo- de una manera diferente no le excluye de serlo, faltaría más. Es por ello por lo que extraña que se difunda desde la propia calle Prim una presentación curricular así redactada.

Ciertamente, intuimos lo que se quiere expresar cada vez que se habla de ello. Llevamos ya décadas mentando el socialismo vasquista, diría uno que desde que se importó desde Catalunya pareja expresión referida a sectores del PSC. No es menos cierto que, como en todos los partidos, también en el PSE-EE existen diversas sensibilidades sobre múltiples cuestiones; sensibilidades que, como consecuencia, terminan por ser bautizadas de alguna manera. Pero una cosa es que medios, analistas o dirigentes ajenos utilicen tales denominaciones y otra que sea el propio partido quien las asuma con naturalidad.

Esperemos que haya sido un desliz sin mayor importancia, porque si nos encontráramos en la hipótesis de que el partido ha sentido la necesidad de remarcar que un nuevo director de la Diputación de Gipuzkoa es vasquista, la cuestión devendría preocupante. Un director, por cierto, del que todo el mundo me ha hablado muy bien.