Está resultando controvertida la decisión del gobierno central de poner en hibernación la economía, ya que se trata de una medida extrema que difícilmente puede contentar a todos. Lo que sí ha levantado amplios consensos es la opinión de que así no se hacen las cosas. Que el hecho de que se acepte con mayor o menor resignación el mando único, no significa que sea admisible que Pedro Sánchez desprecie a los que deben ser sus interlocutores permanentes. Así lo han manifestado representantes de todo el arco político, amén de muchos agentes sociales, incluida la prensa más afín.

Sin embargo, hemos visto con estupor cómo un dicharachero dirigente socialista vasco, lejos de mostrar su preocupación por el hecho de que se haya ninguneado sin consulta ni consenso a un gobierno del que su propio partido forma parte, se ha jactado de ello mediante un mensaje pretendidamente irónico, pero irresponsable y soez. A medio camino entre aquel déspota que decía que la calle era suya y el niño malcriado que hace lo mismo con el balón en el patio, nos ha recordado este pelotillero que la batuta es de su jefe de Madrid.

Pero el martes se le torció la petulancia: al rato de defender con fervor la interpretación hasta entonces vigente del famoso decreto-ley de hibernación con el solemne argumento de que la salud está por encima de todo, asistimos al conocido volantazo por el cual se autorizaba la apertura de no pocas actividades económicas. Desconocemos si el gobierno español perdió de golpe la sensibilidad hacia la salud de los trabajadores; lo que sí se sabe es que para justificar la ciaboga utilizó argumentos casi calcados a los que a nuestro protagonista le parecían inadmisibles poco antes.

Afortunadamente tiene el socialismo vasco a mucha gente realizando una gran labor en todos los ámbitos institucionales. Esperemos que cuando todo se normalice vuelvan las aguas a su cauce. Eso sí, sería deseable que cuando, en el futuro, los de Idoia Mendia reivindiquen el autogobierno, la coordinación y lealtad institucional, le exoneren de hacerlo a este locuaz dirigente. Y es que, por un tiempo, será para muchos el chico de la batuta.