Entre los vicios que uno puede confesar sin excesivo rubor está el de escrutar lo que los opinantes de la derecha carpetovetónica española vomitan todos los días sobre lo nuestro. Aunque, puestos a aclarar, debe uno matizar que a la innegable dosis de masoquismo se le une el sano deseo de saber qué es lo que se cuece en ciertos ámbitos políticos y geográficos y por qué la peña piensa lo que piensa.

La semana está siendo fructífera en la búsqueda de sandeces. El gran Federico continúa en su emisora erre que erre en su empeño de extender el invento de Navarra Suma a los otros territorios de Hegoalde, aunque para ello se vea una y otra vez necesitado de mentir con infinito descaro. Suelta una y otra vez el turolense que la triple alianza derechona de Nafarroa Garaia estuvo en mayo a medio diputado de alcanzar la mayoría absoluta. Y se queda tan ancho el sinvergüenza de él. Lo triste es que ninguno de sus contertulios le corrige. Más triste aún que decenas de miles de españoles piensen a estas alturas que lo que dice su gurú es verdad.

El impresentable columnista del ABC Antonio Burgos no le va a la zaga. Con motivo del anuncio de la reforma del Código Penal por enaltecer el franquismo (muy discutible, pero lo dejamos para otro día), el sevillano se vino anteayer tan arriba en su orgasmo franquista que escribió que el dictador creó (sí, creó) la primera gramática vasca a través de la "Diputación General de Guipúzcoa, para evitar la desaparición de esa riqueza lingüística". Alucinante. Hablarle a este ignorante de Manuel Larramendi o de Francisco Ignacio Lardizabal se antoja misión imposible.

Hubo un tiempo en el que sobre todo, se rebatían opiniones, por muy desmesuradas que estas fueran. Nos dedicamos ahora a desenmascarar mentiras y mentirosos. Porque dejemos en manos de los expertos ilustrarnos sobre las fake news y la posverdad. A uno que es más primario no le sale mejor calificativo que decir que son unos miserables mentirosos.