Se ha puesto de moda eso de consultar alas bases de los partidos políticos lasdecisiones que estos deben tomar, locual es muy de agradecer. Unidas Podemos y elPSOE lo han hecho en torno a su preacuerdode diez puntos y ERC ha procedido igual fijando la condición necesaria para posibilitar consu abstención la investidura de Pedro Sánchez.

Tengo para mí, sin embargo, que algunas consultas son tan sencillas de realizar como predicar el bien. Algo no cuadra cuando los resultados de estas son tan rotundos que difícilmenteconcuerdan con las innegables sensibilidadesque coexisten en el seno de los partidos sobrelas cuestiones elevadas a ratificación. El desfase deviene además en escepticismo cuando,por ejemplo, recordamos no tan lejanas declaraciones como las del socialista José Luis Ábalos, en las que afirmaba que en sus innumerables encuentros con militantes socialistas no sehabía encontrado con nadie que quisiera unacuerdo de gobierno con los de Pablo Iglesias.Con nadie, insistía sin sonrojarse quien ahorase felicita porque un 92% de la militanciarefrende el preacuerdo.

Desconocemos si quienes han tenido tantaprisa en consultar obviedades tienen intenciónmás adelante de volver a las bases a preguntarsobre los acuerdos alcanzados, en caso de quese alcancen. A uno se le ocurre, por ejemplo,que viendo la enorme distancia que existeentre socialistas y republicanos catalanes, ningún acuerdo entre ellos puede contentarsimultáneamente a amplios sectores deambos partidos, a no ser que pacten un textotan enrevesadamente confuso que sirva igualpara la gimnasia que para la magnesia. Sonpor ello pertinentes peticiones como las delColectivo Primero de Octubre de ERC de queesa primera consulta haya sido precisamenteeso, la primera.

Gustosamente mantendremos el elogio a estasprecoces consultas en el caso de que vayanseguidas de otras en las que las bases no solorefrenden preacuerdos, decálogos, intencionesy condiciones. De lo contrario, no podremosevitar la tentación de concluir que han sido uninmenso brindis al sol.