Cuentan los libros de historia que, en tiempos lejanos de los tercios hispanos en tierras de los Países Bajos, cuando se quería amedrentar a los niños, se utilizaba la expresión de que viene el Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, y algo parecido ocurre en la vida política española, que viene el Coco disfrazado de Cayetana Álvarez de Toledo, tal cual Juana de Arco de la españolidad y nuevo estilo de la oposición pepera.

Hay virus en el mundo biológico que viven entre detritus y elementos varios en descomposición, y algo parecido debe pasarles a políticos/as, que necesitan la bronca, pelea, agresión verbal e insultos para sobrevivir en la jungla de la pelea política. Y por ello, la aristocrática Cayetana se mueve como pez en el agua encharcada en las peleas ante los medios, que saben de la facilidad de la muchacha para provocar, despreciar y castigar a los miembros del Gobierno en apuros. Cayetana es el nuevo Doberman que se ha agenciado Casado, el patrón de la nave gaviotera, que se relame de gusto cada vez que la muchacha se tira al barro y refocila con entusiasmo restregándose contra los políticos de turno, como cuto en cochiquera, para mayor honor y gloria del glosario de insultos políticos de la modernidad.

Cayetana está superando los registros de agresividad de sus compañeros de partido, y su anteúltima intervención ha despertado a la Asociación de la Prensa de Madrid para reclamar de la muchacha respeto a la libertad de expresión, e información, como pilares básicos del sistema democrático, que le permite eructar y vomitar con angelical sonrisa estudiada y aristocrática, en un ejercicio de violencia verbal, que supera los registros de alguno de los bocazas del Congreso de los Diputados. Ya se sabe aquello de quien a hierro mata, a hierro muere y por ello Cayetana Álvarez de Toledo, la política de leonina melena debe de aplicarse en cambiar de registro, porque tal y como están las cosas políticas parece que puede venir el Coco.