bendita normalidad por la que volvemos a navegar, camino de la primavera, con las programaciones televisivas salvadas de la excepcionalidad navideña. Las cadenas convencionales estabilizan sus series, concursos, magazines y demás zarandajas con las que nos esclavizan, al menos durante más de 300 minutos día, en un ejercicio de masajeo mental que puede hacer puré nuestras escasas neuronas activas.

Se acabaron las sorpresas, los programas especiales, las retransmisiones de nieve artificial y espumillón. Ya están los titulares de los grandes programas en acción, prestos a encarar una nueva temporada de aquí al verano; y las estrellas acuden a la cita con prontitud y ganas de seguir triunfando. Motos, Wyoming, Ferreras, Griso, Pedrerol y una larga retahíla de nombres propios que conducen a las teles al éxito de consumo y notoriedad en los presentes momentos.

Las televisiones generalistas viven momentos dulces y complacientes, y salvo los informativos agitados por la dinámica política, el resto de las parrillas cumplen con el cometido de rentabilidad y notoriedad mediática.

Se anuncia entrada en parrilla de Operación Triunfo y Supervivientes, más Tu cara me suena y algún otro programa que pueda ocupar el tramo de La Voz o Go talent, mientras que los concursos de Atresmedia, el inefable Hurtado y Alfonso Arús pelean por hacerse un hueco cómodo e importante en antena. La tele vuelve a la normalidad y los deportes acapararán la atención en el próximo cuatrimestre con cita olímpica incluida. El deporte ocupa el 30% de los espacios televisivos y su importancia es grande, desplazando a los consumidores al sistema pagar/por ver.