de vez en cuando salta la polémica sobre la necesidad de mantener los estudios universitarios reglados para los futuros periodistas o dejarlos a un lado y construir sólidas experiencias en las redacciones de teles, radios y periódicos, auténticas fraguas donde cristalizan trabajadoras/es de la comunicación, con el paso del tiempo y las autoevaluaciones de quienes han decido formar parte de la tribu periodística en cualquiera de los medios elegidos para la práctica profesional.

Hay posturas contrarias a la necesidad de estudios universitarios, y que por contra defienden la importancia de conocer de cerca la realidad de las redacciones, y piden anular las teóricas y prácticas que se imparten en las Fcom, haciendo bandera de la idea simplona y tópica de que los periodistas, deben saber de todo y no profundizar en nada.

Los profesionales, según esta postura deben valer para un roto o un descosido, y lo mismo informan de una rueda de prensa de un político señero, como se adentran en los problemas de la emergencia climática o husmean las aventuras amorosas de una cantante de éxito. No ser especialistas de nada y meter el bisturí informativo a todo lo que sea actualidad y por ende, noticia, es la configuración profesional de los periodistas desde esta postura formativa.

La necesidad de estudios universitarios para ser periodista es otra forma de enfocar la preparación de los profesionales del mañana a medida que se complica el proceso informativo, agitado en nuestros días por la velocidad y competencia de lo digital, que requiere personal dominador de las Tecnologías de la Información para estar a la altura de la competencia y sobrevivir en la pelea entre medios de esta aldea global. Universidad y oficio son polos formativos necesarios para manejarse en el mundo de la información del siglo XXI.

La organización del trabajo en las sociedades modernas exige responsabilidad civil de los profesionales, y está recogida en el catálogo de obligaciones y deberes de quienes realizan ciertos cometidos especiales, que como en el caso de la medicina atiende la salud de los ciudadanos. Puede discutirse la importancia y responsabilidad de quienes ejercen labores de conformar la opinión pública a través de las informaciones que deben estar protegidas en su origen, fuentes, rigor y verdad y con este material trabajan los periodistas todos los días en las distintas redacciones, siendo elementos claves de la democracia y, por lo tanto, de gran responsabilidad social. El fenómeno de fake news ilumina por contraposición, la necesidad de un periodismo excelente, de calidad y moderno. Por ello, los estudiantes de periodismo deben construir sus bagajes intelectuales con dominio de las modernas tecnologías, arropadas por grandes dosis de cultura general y conocimiento de la actualidad, para no dejarse llevar por la marea de la actualidad y de los distintos poderes sociales; en muchas ocasiones el profesional no tiene tiempo para reflexionar, analizar y comunicar. El periodista debe de combinar en su periodo formativo conocimientos de Humanidades y técnicas narrativas desarrolladas a través de los tiempos, que conforman formatos reconocidos que son productos de oficio habitual en las empresas periodísticas, a las que añadir técnicas del campo digital. Se trata de sumar conocimientos universitarios más recursos tecnológicos de informática y telecomunicaciones. El periodista enfrenta la batalla diaria de la construcción de relatos periodísticos con preparación, conocimiento y habilidad para emitir un contenido que el receptor identifica y quiere comprar en el mercado informativo, haciendo posible la viabilidad económica de las empresas, única garantía de saneada democracia y periodismo del siglo XXI.