los Aruseros son audiencia creciente en las mañanas de La Sexta, de la mano del veterano profesional de la tele, el catalán Alfonso Arús, que ha conseguido forjar un estilo lleno de ingenio, buen humor y sonrisas continuas desde las siete y media hasta la llegada de Ferreras a las once, hora del amaiketako mediático y gastronómico. Construir largas horas de un magacine televisivo a base de secciones soportadas en vídeos numerosos y mas o menos graciosos es tarea no fácil dada la competencia de las grandes reinonas de la tele hispana, como Grisó, Quintana o Casado a esas horas de la parrilla. En esta segunda temporada en La Sexta, Arús mantiene la estructura del programa que le ha hecho triunfar, y reuniendo a un buen puñado de amigos, ha construido un plató en el que se desenvuelven los poco conocidos tertulianos del amor, las noticias extravagantes y los comentarios acertados o errados de los miembros de la teletulia, que es una nueva modalidad de pasar el tiempo, gastando poco y repitiendo mucho y todo ello bañado por las espectaculares componentes de esta tertulia que no llega a divertir pero tampoco aburre en demasía. Zasca, Mandahué, 1x1, La tele de Redondo, Meteo y los sucesos de la mano del irrepetible Carlos Quílez, son algunas de las secciones para animar la mañana en alegre camaradería. Cambiando de tema, los bárbaros se han asomado a la frontera y han colgado pasquines por las barcelonesas calles para acusar de fascistas, colaboradores y terroristas a media docena de profesionales, que sirven con lealtad y rigor a los oyentes y lectores de varios medios de comunicación en Catalunya. Son viejas prácticas que también tuvimos que padecer por estos lares y afortunadamente desaparecidas y casi olvidadas. Periodistas en la diana, acusaciones infundadas, amenazas disparatadas son caldo de cultivo para que un día salte la chispa de la ciega violencia de quienes deben modificar estos comportamientos antidemocráticos.