Ayer me preguntó Luka a ver si puede llegar el momento en el que no haya ya ni una sola persona en la Tierra. Está en esa fase en la que cree que tienes que ser una mezcla de la Enciclopedia Británica, Hawking, Asimov y el asistente de Google, aunque sepa claramente tiene solo 6 años, pero te conoce, te ve en calzoncillos por casa que tus niveles de analfabetismo son altos. Él, una por una, pregunta. Le dije que sí, claro, que ese momento puede llegar, pero que no se preocupe que casi al 100% no pasará cuando estemos nosotros. Últimamente hace preguntas de esas, ya saben, de esas sobre morirse y eso, que le cuentas pero no le cuentas porque se agobian. ¿Quién no se agobia? El caso es que le contesté eso pero no lo tengo muy claro. Dicen que la Tierra como tal será engullida por el Sol en unos 5.500 millones de años lo aviso para la gente que firme hipotecas largas y que antes, dentro de unos 4.000 millones de años, ya no habrá vida, ni siquiera Jordi Hurtado ni Alejandro Valverde. Pero eso creo que no tiene en cuenta a los chinos. Los chinos te la lían parda en dos semanas, son capaces de acabar con esto en un periquete. Recuerdo que de crío nos contaban que si todos los chinos saltasen a la vez provocarían un terremoto destructor, así que hoy que son casi 1.400 millones sería terremoto y medio. Ahora, con esa manía que tienen de comer bichos vivos, andan con lo del coronavirus, que empieza así haciéndonos como gracia aquí y sirve para chistes y en diez días tenemos a medio Europa esquilmada y los chinos que sobran hay tantos adquiriendo bares, peluquerías, supermercados y droguerías de ocho en ocho. Los chinos son la hostia. Muy buena gente, pero muy suyos, todo el día viendo pelis de hostias en el móvil mientras en la vida real se muere Occidente. Lo que tengo muy claro es que el último habitante vivo del planeta será chino. Y tendrá la tienda abierta.