probablemente, el peso que tiene Cuba en el comercio exterior vasco donde el año pasado las exportaciones apenas superaron los 106 millones de euros, lo que significó un descenso del 30% debido a la necesidad del gobierno de Raúl Castro de pagar las deudas contraídas con otros países, especialmente a China, puede parecer poco relevante, pero, sin embargo la reanudación de las relaciones políticas y la apertura de embajadas con Estados Unidos abre unas grandes oportunidades de negocio en los próximos años para las empresas vascas, sobre todo en el sector industrial.

No ya porque en Cuba está todo por hacer en cualquier sector económico que se quiera contemplar, sino por la posición estratégica que el país caribeño va a tener en el tráfico marítimo de contenedores que atraviesa el canal de Panamá, a través del puerto de Mariel.

El futuro que presenta Cuba a nivel económico es tal que, desde el pasado 17 de diciembre en que los presidentes de Estados Unidos y Cuba, Barack Obama y Raúl Castro, respectivamente, anunciaran la reapertura de las relaciones diplomáticas, la peregrinación de gobiernos y empresas extranjeras en la isla es incesante. Hasta el punto de que un empresario ha llegado a afirmar que en el último semestre se han producido más visitas de carácter económico a Cuba que las realizadas a lo largo de los últimos 15 años, entre la que se encuentra como la más importante la del presidente de la República Francesa François Hollande, que ha ido a defender los intereses de las empresas galas en la isla.

Del Gobierno español no se puede esperar nada porque no solo le ha cogido con el pie cambiado el devenir histórico, sino por la ausencia de ascendencia que el Estado español tiene sobre las autoridades cubanas. El peso que tiene el Gobierno de Rajoy en Cuba está en proporción directa con el desplante que sufrió el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, que no fue recibido por Raúl Castro en el viaje que hizo el pasado mes de noviembre a La Habana, justo unas semanas antes del sorpresivo anuncio de Obama y Castro de restablecimiento de relaciones diplomáticas. Hace una semanas, le tocó el turno al ministro de Industria, José Manuel Soria, que viajó a Cuba para constatar las grandes oportunidades que ofrece la isla a las empresas españolas, sobre todo en el sector turístico, donde están fuertemente implantadas.

La causa de todo ello fue la gran visión estratégica que demostró Aznar, cuando recién elegido presidente del Gobierno español en 1996, realizó todo tipo de presiones para que la UE endureciese su política con Cuba mediante la ya famosa Posición Común que al final logró sacar adelante. Tampoco los cubanos olvidan cómo el Gobierno de Aznar dejó de financiar proyectos empresariales en Cuba, sobre todo en el sector primario, como respuesta al impago de una deuda que alcanzaba los 1.000 millones de euros.

En un Estado tan centralizado como es Cuba, donde toda la actividad comercial se realiza a través de empresas estatales, siguiendo las directrices establecidas por el Gobierno, las relaciones políticas e institucionales entre Administraciones se convierten en un elemento de competitividad clave a la hora de establecer nuevas oportunidades de negocio.

Un aspecto que fue tenido en cuenta por la Cámara de Gipuzkoa cuando allá por el año 1998 fijó a Cuba como país estratégico para las exportaciones de las empresas del territorio aprovechando como plataforma de lanzamiento la Feria de Muestras de La Habana, que se celebra cada año en otoño. Tal es el peso del gobierno cubano a la hora de realizar negocios con las empresas estatales, que los responsables de aquella época de la Cámara de Gipuzkoa, contaron con la presencia en la misión comercial del entonces teniente de diputado general del territorio y diputado foral de Innovación, Joaquín Villa.

Tal fue el éxito de esta presencia vasca en Cuba, que al año siguiente, en 1999, nada menos que el entonces consejero de Industria y portavoz del Gobierno Vasco, Josu Jon Imaz, se desplazó a la isla para inaugurar el pabellón vasco en la Feria Internacional de La Habana lo que significaba todo un hito, ya que era el único país que contaba con una superficie expositora propia perfectamente delimitada del resto de la muestra donde sus empresas podían exponer sus productos de manera agrupada dando valor de marca país.

La inauguración del pabellón por parte de Imaz contó con la presencia de varios ministros del gobierno de Fidel Castro, lo que sirvió para establecer unas estrechas relaciones entre los dos ejecutivos que sirvieron para incentivar el desarrollo de nuevas oportunidades de negocio.

El hecho de que Euskadi contara con un pabellón propio en la feria de La Habana, unido a la animadversión que Aznar tenía contra Fidel Castro, hizo que cuatro meses después de la visita de Imaz, el sensacionalista diario El Mundo publicase una foto facilitada por el ministerio del Interior, cuyo titular era Jaime Mayor Oreja, en la que el portavoz del Gobierno Vasco saludaba a dos exmiembros del ETA, Txutxo Abrisketa y José Angel Urtiaga, -que habían sido expulsados a la isla por Panamá en 1994-, en su recorrido por los stands del pabellón, en donde estaban presentes como propietarios de una empresa que habían creado de representación de compañías vascas, y entre las que se encontraba, la extinta Babcok Wilcox.

Lo surrealista del asunto fue que el diario quiso con la foto, -realizada por los servicios secretos cubanos y, posteriormente, remitida a Madrid-, justificar supuestos contactos del Gobierno Vasco con etarras, cuando en la instantánea aparecía también el entonces presidente de la Cámara de Gipuzkoa, Fermín Mendizabal, que gracias a ese documento se enteró de que había participado, sin saberlo, en un encuentro político en medio de una feria de muestras.

Esa buena imagen que tienen los vascos en Cuba hay que reforzarla con una mayor presencia institucional por parte del Gobierno Vasco que no solamente debe centrarse en un viaje de la consejera de Desarrollo Económico, Arantza Tapia, a la isla, sino en la reapertura de la oficina de la SPRI, que se cerró en 2013 por ajustes presupuestarios, en una decisión que visto los acontecimientos no parece que fue la más acertada, teniendo en cuenta su fuerte asentamiento en la isla, ya que fue inaugurada en 1998.

Se trata de sacar una mayor rentabilidad a ese activo intangible que tenemos los vascos en Cuba por haber apostado históricamente de manera decidida por la isla a pesar de la amenaza de sanciones que supuso la ley Helms-Burton aprobada por el Congreso de Estados Unidos en 1996 y de las acciones de aislamiento contra el Gobierno de Castro que llevó a cabo Aznar, para hacer frente a la competencia de países hasta ahora ausentes en la isla y que de manera agresiva están tratando de tomar posiciones.

La prueba de que Cuba interesa a las empresas vascas es que el pabellón vasco en la Feria de La Habana contará en esta edición con cinco nuevas empresas hasta alcanzar una representación de 38 compañías de las que 16 son guipuzcoanas.

Los vascos tenemos que hacer uso del activo intangible que seguimos teniendo en la isla

Del Gobierno español no se puede esperar nada a la hora de realizar negocios en Cuba