La velocidad con la que transcurren los acontecimientos hace que lo que en su momento formaba parte de la preocupación colectiva por las graves consecuencias negativas que tuvo en una determinada comarca guipuzcoana y la puesta en cuestión que supuso de los valores de un modelo empresarial que, hasta entonces, había sido capaz de salir airoso de todas las crisis, a día de hoy, forme parte del inventario social en el devenir de la historia como si de un simple suceso se tratara.

Y todo ello, porque hubo una conjura de las instituciones políticas, jueces, administradores concursales y acreedores para defender al máximo la actividad industrial y, con ello, el máximo de los puestos de trabajo y evitar por todas las formas posibles la liquidación de la empresa.

Fue todo un reto que tuvo el mejor de los resultados posibles en un período de tiempo tan escaso de un año, teniendo en cuenta la gran complejidad del proceso concursal, -el más importante registrado hasta entonces en Euskadi-, y que, precisamente, ha servido como referencia para resolver casos similares de otras empresas.

Y esta reflexión es la que afloraba cuando el presidente de Fagor CNA Group, Jorge Parladé, desgranaba el pasado jueves los planes de futuro para los próximos meses del fabricante de electrodomésticos vasco justo al año de que el juez de lo Mercantil Número 1 de Donostia, Pedro José Malagón, adjudicara el 28 de julio de 2014 al grupo catalán los activos de la cooperativa quebrada en pugna con la argelina Cevital en una puja en la que no solo decidió el precio, -42,5 millones de euros frente a 28 millones-, sino los puestos de trabajo: 705 empleos en el primer año previstos por el primer ofertante frente a 545 del segundo grupo en liza.

Está claro que el componente de conocimiento industrial, sobre todo en el sector de los electrodomésticos que aportaba el grupo CNA garantizaba mucho más la continuidad de la actividad de la que fue joya de la corona del grupo cooperativo de Mondragon, que el argelino Cevital, un auténtico bisoño en el sector manufacturero que se creyó todo lo que le contó el que fuera director general de Fagor Electrodomésticos y actual presidente del Grupo Brandt en Francia, Sergio Treviño.

La acertada decisión que tomaron el juez Malagón y los administradores concursales a favor del grupo CNA se constata todavía más cuando el presidente de Fagor CNA Group, Jorge Parladé, reconoce que el año de ausencia de los electrodomésticos de Fagor en el mercado ha provocado el fuerte posicionamiento de otras marcas de la competencia hasta el punto de que ha costado tres meses romper con el statu quo existente en los canales de distribución para que el fabricante guipuzcoano pudiera penetrar en igualdad de oportunidades con su competencia en los lineales de venta de las tiendas que venden al consumidor final.

Cuando los competidores han sido capaces de comprar lineales de exposición para que solo se muestren sus productos y encima con un soporte publicitario importante en medios de comunicación, es muy difícil romper ese posicionamiento cuando se ha estado ausente del mercado durante un año por mucho que la marca Fagor tenga más de 50 años de historia.

Esta situación inesperada que se ha resuelto en los tres primeros meses del año ha provocado que las previsiones de facturación para este año en el plan presentado al juez Malagón se hayan situado en torno a los 150 millones de euros, frente a los 200 millones previstos en el inicio. A pesar de esta contingencia el grupo CNA sigue con sus planes en Fagor que ha tenido su primera expresión en que la producción de la planta de Garagartza se ha duplicado en menos de cuatro meses, gracias al aumento de las ventas tanto en el mercado español como en el extranjero, así como el comienzo de la producción de frigoríficos para antes de final de año, con lo que se completa toda la gama de electrodomésticos de la marca Fagor en el mercado.

La pregunta que hay que hacerse es saber cuál hubiera sido la respuesta del grupo Cevital ante la contingencia de un canal como el de la distribución que pone problemas a la entrada de otro competidor, por mucho que la marca hubiera estado ausente del mercado tan solo un año.

Probablemente Cevital no hubiera podido aguantar este envite, porque lo único que le interesaba era el mercado francés en donde la marca Brandt estaba bien posicionada, hasta el punto de formar parte de los estereotipos que conforman la imagen del país galo. La intención de Cevital de la mano de Treviño era trasladar la tecnología, sobre todo en la línea de cocción que tenía Fagor en Arrasate, y desmantelar con el tiempo las plantas guipuzcoanas que no formaban parte de su plan de negocio.

El tiempo está demostrando que Brandt ha dejado de ser la marca de referencia en electrodomésticos para los franceses porque sus productos, al carecer de tecnología, están fabricados fuera de Francia, con lo que ha desaparecido ese apego de los franceses hacía lo suyo y ese chauvinismo que caracteriza al país galo. Entre la fotocopia y el original, los consumidores franceses se decantan por lo segundo, sabiendo de lo que se trata y, encima, a un menor precio.

Un experto del sector de electrodomésticos me manifestaba hace unos días la posibilidad de que Isaad Rebrad, el magnate de Cevital, deje caer a Brandt por el alto coste que le ha ocasionado entrar en un negocio que desconocía y por la reducción del mercado que va a tener por la ausencia de tecnología propia al tener que importar los electrodomésticos producidos en terceros países.

El hecho de que el argelino Rebrad tuviera que pagar 25 millones de euros por las marcas Brandt, De Dietrich, Vedettey Sauter que eran propiedad de una filial de Fagor en Irlanda, fue un contratiempo inesperado a su plan de negocio, porque nadie le informó que la adquisición de las plantas de Fagor en Francia no estaban asociadas a la propiedad de sus marcas.

En la operación, Cevital asumió el riesgo de Fagor a cambio de adquirir con la promesa del gobierno galo de turno una acería fabricante de productos siderúrgicos de construcción con destino en Argelia que nunca llegó a materializarse. Un debe en una operación que contó con el máximo apoyo del gobierno francés a cambio de salvaguardar 1.800 puestos de trabajo.

Y mientras Fagor CNA Group sigue adelante con sus planes de poner a velocidad de crucero a los activos de lo que fue el germen del grupo cooperativo que hace 50 años puso en marcha el padre Arizmendiarrieta, hasta el punto de que prevé cerrar este año con una plantilla de 630 puestos de trabajo, -muy cerca de los 705 empleos directos que formaban parte del plan de viabilidad presentado en el concurso-, el modelo de empresa de economía social por el que Arrasate es una referencia en el mundo sigue demostrando que es tan vigente como cuando Fagor Electrodomésticos se declaró en quiebra provocando un tsunami interno que tenía que ver más con la mala gestión de la cooperativa que con los principios que la inspiraron.

Los resultados de 2014 que esta semana va a dar a conocer la Corporación Mondragon ponen de relieve, precisamente, la total vigencia de los valores que inspiran el grupo cooperativo en lo que se refiere a la creación de puestos de trabajo, que tienen un doble valor cuando la generación de empleo se produce en una situación de crisis como la que se desarrolló en una gran parte del ejercicio del año pasado.

Que un grupo como Mondragon sea capaz de generar un número importante de puestos de trabajo en una situación anticíclica solo se puede entender desde la competitividad de sus cooperativas que se han convertido en unos grandes referentes mundiales en sectores tan importantes como el de automoción, máquina-herramienta o componentes para electrodomésticos.

Estos resultados, con Fagor en plena actividad y en manos de un grupo en el que sus trabajadores son por cuenta ajena y no cooperativistas, van a dar la razón a aquellos que afirmaban que la caída de la cooperativa era una más en la historia de las empresas del grupo que han desaparecido bien por mala gestión o por las contingencias del propio mercado al no responder o adecuarse a sus expectativas sin que eso afectara al conjunto.

La solidez del grupo cooperativo ha quedado más que demostrada en estos años de pérdida de la cooperativa que fue su origen, así como su forma de adaptarse a la nueva situación en donde los mecanismos de intercooperación han tenido un papel fundamental a la hora de evitar cualquier excedente laboral de la quebrada.

No solo se han recolocado los 1.800 trabajadores de Fagor en otras empresas del grupo, sino que la marca, propiedad de la Corporación Mondragon, fue cedida al grupo CNA a cambio de recolocar en la nueva empresa a extrabajadores de la cooperativa, sin ningún otro tipo de royalties.

Un ejemplo claro de entender que la actividad económica debe pivotar sobre las personas, con lo que supone de reparto de riqueza, por encima de otro tipo de consideraciones.

La pregunta es cómo habría respondido Cevital ante un canal de distribuición que pone problemas a la entrada de otro competidor

Es un ejemplo claro de entender que la actividad económica debe pivotar sobre las personas por encima de otras consideraciones