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El caos del crecimiento

los ciclos económicos tiene sus contradicciones que se pueden convertir en problemas estructurales graves cuando no existen directrices y estrategias que sepan direccionar las fortalezas y las debilidades del sistema a los tiempos que corren. Y esta situación puede ocurrir si nos dejamos llevar por el optimismo de que la economía ha entrado ya en la senda del crecimiento y en una especie de orgía colectiva y de abundancia de dinero fácil de conseguir llegar a creer que el Becerro de Oro bíblico ha retornado y está a nuestro alcance con lo que volveríamos a caer en los mismos errores que nos ha llevado a la peor crisis que la economía a conocido en toda su historia a nivel global. Es lo que con todo acierto un empresario guipuzcoano denomina el caos del crecimiento.

Frente a este problema, que nos puede condicionar de manera importante en el medio y largo plazo, es importante establecer líneas de actuación estratégicas para que ese dinero que está fluyendo de manera desbocada en los mercados, sin tener enfrente los muros de contención adecuados que eviten situaciones de riesgo dudoso como hemos visto en el pasado, pueda ser canalizado para consolidar todavía más la estructura industrial de Euskadi en el futuro. Se trata de aprovechar este momento de crecimiento para reforzar la economía vasca en su base industrial que, como se ha comprobado, ha sido la única en nuestro entorno que ha sabido responder de manera importante a los efectos negativos de la crisis.

Llama poderosamente la atención que, en este momento de vacas gordas, cuando el dinero fluye en los mercados a un coste ridículo, que los bancos están deseosos de formalizar créditos para aumentar sus márgenes de negocio, que el ahorro no es valorado porque el BCE provisiona recursos financieros más baratos de lo que se puede ofertar por un depósito a plazo, es cuando desde la colaboración público-privada, que se ha configurado como el ADN de la fortaleza de este país, se deben poner en marcha instrumentos financieros centrados en la industria y con una vocación de permanencia a medio y largo plazo.

Si las crisis ofrecen oportunidades a nada que uno vaya a buscarlas, que no será en una situación de salida con una predisposición al crédito en tasas competitivas y una situación de tal liquidez en los mercados que se está dando la paradoja situación de una especie de voracidad desmedida en la los recursos económicos, fundamentalmente, provenientes de fondos extranjeros que están invirtiendo en lo primero que encuentran sin importantes el riesgo.

Aunque parezca mentira algunos empresarios y analistas están ya dibujando esta especie de Sodoma y Gomorra de los fondos de inversión que gestionan tantos recursos procedentes que están obligados a colocarlos al precio que sea con el fin de colocar la inversión y conseguir alguna rentabilidad aunque sea a coste cero. Y en ese deseo de de buscar liquidez nadie les ha dicho que una inversión en el sector industrial a medio y largo plazo puede ser tan rentable como la adquisición de un inmueble o un hotel

Esto es lo que les está pasando a los fondos de capital riesgo que en el último año han visto reducir la rentabilidad de sus inversiones en cinco puntos pasando de una horquilla del 20-25% a un 15-20%, debido a la excesiva oferta de recursos financieros que existen en el mercado y que con entrar en una financiación que amortice los gastos es suficiente.

Según datos de la Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo (ASCRI) el 78% de los 3.465 millones de euros que invirtieron en el Estado el año pasado, que supuso un incremento del 45% respecto a 2013, procedían de fondos internacionales.

A pesar de estos volúmenes la fórmula del capital riesgo no sirve para la economía vasca por la vocación de salida de las empresas donde participan con el fin de garantizar la rentabilidad de la inversión. Una muy buena prueba de ello es que el 21,5% de la inversión realizada en 2014 tuvo como receptor al sector de productos de consumo, mientras que el 13,8% se destinaban a productos y servicios industriales, una situación distorsionada por las necesidades financieras del Grupo Alfonso Gallardo, en tanto que el 12,6% tuvo como destino la hostelería y ocio y el restante 11,5% medicina y salud. En el ranking de inversión por comunidades autónomas, Euskadi ocupa el cuarto lugar con un 5% por detrás de Catalunya con un 34,9%, Madrid con el 24,6% y Valencia con el 6,3%.

La permanencia de los recursos en el medio y largo plazo a la hora de traccionar el sector industrial vasco y fortalecer la situación de liderazgo mundial en sectores donde Euskadi es una referencia global como los bienes de equipo, material de transporte, tubos, válvulas, automoción y para lo que, probablemente, habrá que establecer mecanismos de alianzas y fusiones para adquirir un tamaño importante para poder competir en el exterior choca con los intereses de los fondos de capital riesgo en donde el afán especulativo de la inversión está por encima de la proyección estratégica de la empresa participada y de su anclaje en el territorio. Una situación que, desafortunadamente, estamos viendo en una compañía que en su tiempo fue uno de los líderes de su sector y hoy prácticamente está desaparecida.

De la misma forma, también sería conveniente establecer mecanismos a la hora de garantizar los flujos financieros por parte de los bancos en las pequeñas empresas para evitar la situación de desigualdad que se está produciendo con las empresas de menos de 40 trabajadores que por su tamaño no pueden acceder a la financiación. Se está dando la paradoja de que las empresas que tienen tamaño no tienen ningún problema para acceder al crédito en las condiciones más ventajosas posibles, mientras que para las micro empresas la desconfianza por parte del sector financiero es total, precisamente, por su dimensión.

En la reciente encuesta de coyuntura de Adegi referida al primer trimestre del año las empresas con menos de 40 trabajadores son las que peores datos ofrecen en cuanto a la evolución de las ventas, los pedidos, la utilización de la capacidad productiva o la financiación, por lo que urge establecer mecanismos de alianzas y fusiones para ganar tamaño, evitar la desaparición de empresas y conseguir un tejido productivo sólido y competitivo a nivel global.

La empresa Cie Automotive, que nación de la alianza de varias empresas del sector de la automoción de Euskadi puede ser un magnífico ejemplo de que la unión hace la fuerza, de la misma forma, que más reciente, la constitución de Munibe Group, formado por cinco microempresas del sector del mecanizado de piezas de la comarca del Urola.

Ante la falta de instrumentos financieros propios que respondan a las características de la economía vasca fundamentada en la industria bueno sería explorar nuevas herramientas que puedan ofrecer ese músculo necesario por un lado, para fortalecer y consolidar lo que ya tenemos y, por el otro, ayudar a la formación de alianzas, adquisiciones y fusiones con el fin de que nuestras empresas ganen en tamaño y dimensión.

Hace algún tiempo desde Confebask se lanzó la idea de que las EPSV vascas que cuentan con un patrimonio de 22.439 millones de euros pudieran dirigir alguna de sus inversiones hacia nuestro tejido productivo, siempre respetando las mínimas garantías de rentabilidad, que exigen este tipo de entidades. De la idea que tuvo sus controversias, sobre todo por parte de los sindicatos nunca se ha vuelto a saber.

De la misma forma, que también puede ser posible la creación de un fondo de la diáspora vasca con los recursos económicos que disponen muchos vascos y descendientes de vascos en países de Sudamérica, México y Estados Unidos para fomentar su inversión en Euskadi como un vínculo de proximidad y compromiso con el país, siempre y cuando se plantee con las necesarias garantías de rentabilidad y con una gestión de carácter profesional e independiente avalada por el Gobierno Vasco.

Las estrechas relaciones que existen con la red de Euskal Etxeak repartidas por todo el mundo y la existencia de instituciones de tanto prestigio en el exterior como Eusko Ikaskuntza pueden servir como elemento de cohesión a la hora de poner en marcha este fondo. La situación actual de salida de la crisis requiere de innovación en nuevos instrumentos financieros. Porque no intentarlo. l