La reciente adquisición de los activos de Muebles Azkue de Azpeitia por parte de sus extrabajadores con la firma de la escritura de compraventa ante el notario de la localidad supone todo un magnífico ejemplo de creer en las fortalezas intrínsecas que existen en este país y una inmejorable lección de que a la crisis se le puede dar la vuelta cuando las personas actúan con la determinación de que ellas son las únicas protagonistas y responsables de las decisiones que toman y no ponen la solución de los problemas en manos de terceros.

Si la nueva Azkue lleva dos meses activa rompiendo las previsiones hasta el punto de que se ha tenido que revisar al alza la facturación, pasando de los 600.000 euros iniciales a unas ventas de cinco millones de euros para este año, y de que el empleo va a pasar en unos meses de los 34 trabajadores con los que se arrancó la actividad a completar una plantilla de unos 50 empleados, es el mejor ejemplo de que la solución a la reactivación de empresas cerradas está más dentro de este país que fuera.

El manual de buscar un inversor externo para reactivar una empresa cerrada o en una situación delicada es un modelo que podía servir en otro contexto económico, pero a día de hoy, y el caso de Candy de Bergara es el más reciente, la crisis ha provocado tal cambio de situación que es necesario mirar hacia dentro, establecer las fortalezas propias y tener la determinación absoluta de que el proyecto de reindustrialización va a ser una realidad.

Tampoco hay que dejar el peso del desarrollo del proceso en manos de las instituciones y que los trabajadores estén de espectadores a la espera de que unos terceros les resuelvan el problema sino que, junto a la reivindicación de la defensa de los puestos de trabajo, hay que ser proactivos y perfilar propuestas a la hora de liderar el proyecto. Las instituciones deben tener un papel de colaboración y de acompañamiento, pero tienen que ser los propios trabajadores los que lideren el proceso, mucho más cuando están dispuestos a aportar sus propios recursos, fruto de las indemnizaciones de los despidos. Son ellos los que se juegan su futuro.

Es esa determinación y esa creencia en las posibilidades y en el conocimiento de cada uno, las que hicieron que en julio del año pasado un grupo de extrabajadores de Muebles Azkue decidieran parar la subasta de los activos de lo que había sido su empresa, que estaba en concurso de liquidación desde diciembre de 2012, y constituyeron una sociedad laboral para realizar una oferta de dos millones de euros, con el fin de volver a poner en marcha las instalaciones donde hasta entonces habían trabajado.

Esta fuerza interna que emana del orgullo de pertenencia que los trabajadores de Azkue tienen por su empresa no es una cuestión que sale de repente, sino que nace de la implicación histórica que los empleados de esta compañía azpeitiarra tenían con la sociedad de la que participaban en su gestión y capital.

Ha sido la participación de los empleados en la antigua Azkue, que ?hay que decirlo, quebró por un problema de tesorería por la caída de algunos pedidos estratégicos por culpa de la crisis, pero no por el producto que fabricaba?, la palanca que ha provocado que 30 extrabajadores pusieran de su bolsillo 15.000 euros cada uno para constituir una sociedad laboral y que fue el motivo que convenció a que dos socios inversores cántabros que aportaron 550.000 euros, conocimiento del negocio y una cartera de clientes de un producto como el parqué, totalmente desconocido para ellos, entraran en el proyecto.

El ADN de la participación que identifica el compromiso de los trabajadores a la hora de relanzar un proyecto industrial como Azkue es lo que provocó también que el juez de lo Mercantil número 1 de Donostia, Pedro José Malagón, autorizara en el mes de enero la venta de los activos de Azkue a la nueva empresa Muebles y Maderas de Nueva Línea Sociedad Laboral, por “el compromiso adquirido por la ofertante de reactivación de la actividad económica y localización permanente de la actividad en Azpeitia”.

Una cuestión que para las siete entidades financieras acreedoras de Muebles Azkue ?entre las que se encontraban algunas que proclaman su cercanía y respuesta a las necesidades de los vascos?, no era un buen argumento porque el precio fijado por el juez de dos millones de euros por los activos de la concursada estaba muy distante a los 6.957.013,83 euros, que era la mitad de su valor según inventario, que reclamaban, sin tener en cuenta la depreciación de su valor en el tiempo al no tener actividad la empresa y la inexistencia de ninguna otra oferta.

El colmo del ridículo de la actuación de estas entidades financieras no solo fue insinuar que los extrabajadores de Muebles Azkue podían especular con los bienes embargados, sino que dudaron de la solvencia de los ofertantes al afirmar que el único activo que presentaban era “la promesa de ofrecer trabajo”. Como si crear un puesto de trabajo fuera una cosa tan habitual en estos momentos de crisis y su generación no supone repartir riqueza desde un punto de vista social.

La respuesta de Malagón en un auto que puede crear jurisprudencia por rechazar la posición de los acreedores con privilegio especial como son las entidades financieras, fue clara y determinante al valorar no solo el informe favorable del administrador concursal, sino “la implicación de los extrabajadores en la nueva compañía” y que “la unidad productiva pueda serlo en el futuro por efecto de la venta”.

Con estas dificultades, que han supuesto el retraso de un mes en el arranque de Azkue, han tenido que luchar los trabajadores para reactivar la planta de Azpeitia desde un nuevo concepto de multiproducto con el fin de ofrecer al mercado un paquete completo que va desde el parqué, los revestimientos de madera y los muebles, en un momento dulce porque gran parte de la competencia ha desaparecido, ya que la crisis en un sector muy vinculado a la construcción se ha llevado por delante muchas empresas y muy pocas han sido capaces de resistir.

La prueba de ello es que a día de hoy, la nueva Azkue ha facturado en solo dos meses 600.000 euros en parqué, sin tener ni un muestrario ni catálogo, gracias al conocimiento del mercado y a la cartera de clientes que ha aportado uno de los inversores industriales, Faustino García Moncó. A esta gran aportación hay que añadir la experiencia del sector de Antonio Ceballos, que ha sido el encargado de la reingeniería de la planta que va a hacer posible que junto a la fabricación de parqué se ponga en marcha dentro de unas semanas una nueva línea de producción de mueble juvenil, para en otoño lanzar el mobiliario de la gama Nueva Línea que ha dado fama y prestigio a Azkue.

Esta especie de ave fénix en el que se ha convertido la nueva Azkue, en medio de un escenario de cierres de empresas como ha sido el de la comarca del Urola, no hubiera sido posible si hace dos años a Xabier Oleaga, hoy presidente de Muebles y Maderas de Nueva Línea, no se le hubiera pasado por la cabeza evitar que una empresa formara parte del inventario de quiebras que nos ha dejado la crisis.

En un principio Oleaga tiró de manual y contactó con inversores de Catar, Polonia, una gran empresa de distribución catalana, etc., con resultado negativo hasta que en julio de 2014 planteó el asunto a los propios extrabajadores, que aceptaron el envite y decidieron resucitar la empresa porque detrás había un proyecto empresarial, compromiso y participación. “He tenido muchas tentaciones de tirar la toalla durante estos dos años, pero lo importante es no esperar a que otros te solucionen los problemas, sino buscar por ti mismo las opciones para encontrar al final la salida que buscas”. Todo un ejemplo. l