la participación de los trabajadores en las empresas en sus tres niveles, es decir, gestión, resultados y propiedad, no no solo es una cuestión de debate en foros y actuaciones de las instituciones a través de ayudas y subvenciones, sino que se ha convertido en un aval a la hora de que un juez autorice la venta, en un principio, para luego adjudicar una empresa concursada a otra constituida por parte de sus antiguos empleados.
El auto dictado por el titular del Juzgado de lo Mercantil Número 1 de Donostia, Pedro José Malagón, el pasado miércoles, por el que se autoriza la venta a la empresa Muebles y Maderas de Nueva Línea S.L.L. de la firma Azcue y Compañía, S.A, en concurso desde diciembre de 2012, al aceptar su oferta de mantener la actividad económica y su localización en Azpeitia conforme al plan de negocio presentado, tras el pago de dos millones de euros por todos los activos de la quebrada, supone no solo romper con el espíritu de la Ley Concursal, que parece que va a destinada a buscar la liquidación y cierre de empresas más que su pervivencia, sino que da a la participación de los trabajadores en la firma interesada por la adquisición el valor de la garantía de la continuidad de la actividad industrial.
Si ya con la adjudicación del concurso de Fagor Electrodomésticos al catalán CNA Group el juez Malagón sentó todo un precedente en cuanto a la rapidez de resolver en menos de un año un proceso complicado y el más importante de Euskadi por el volumen de una deuda de más de 1.000 millones de euros, la personalidad jurídica de la empresa quebrada, el número de trabajadores afectados que alcanzaban los 1.800 y sus ramificaciones con plantas y filiales en varios países, siempre buscando la continuidad de la actividad económica y el mantenimiento del mayor número de puestos de trabajo, en el caso de Azcue, a esa diligencia en alcanzar una solución cuanto antes para evitar el menor efecto económico posible, se añade un nuevo componente como es que entre los futuros adjudicatarios se encuentran antiguos trabajadores de la quebrada.
El valor que el juez Malagón da a la presencia de los trabajadores en la sociedad laboral limitada que se ha constituido a finales del año pasado para hacerse con los activos de Azcue se expresa cuando rechaza de manera tajante las alegaciones de los acreedores con privilegio especial, como son las entidades financieras Bankinter, Caja Rural de Navarra, Banco de Santander, Banco Popular Español, Caixabank y Elkargi, que alegan que el ofertante carece de solvencia contrastada y, por lo tanto, no ofrece garantía sobre el mantenimiento de los puestos de trabajo, al ser una empresa de reciente creación y sin los antecedentes que puedan dar lugar a una opinión contraria.
“Consideramos que la creación de una sociedad laboral limitada con la participación en el capital de extrabajadores es ya indicativo de que se quiere desarrollar una actividad productiva y no puramente especulativa”, afirma Malagón que, queriendo dar restar importancia al argumento de los acreedores, les pide la paciencia de esperar un mes para que Muebles y Maderas de Nueva Línea haga efectivo el pago de los dos millones de euros en los que han sido valorados los activos de Azcue y “si el mismo no abona en el plazo indicado, la autorización quedará sin efecto”.
La previsible adjudicación del fabricante de muebles Azcue a Muebles y Maderas de Nueva Línea es una excepción más a esa ley que dice que el 90% de los procesos concursales de las empresas terminan normalmente en su liquidación y desaparición, cuando la realidad es que estos procedimientos deben servir como garantía de la continuidad de las compañías, tras realizar los ajustes pertinentes y siempre que las reglas del mercado lo permitan. Es el caso más reciente de Fagor Electrodomésticos, que ha vuelto a la actividad un año después de declararse en concurso voluntario, de la Real Sociedad de Fútbol o del Grupo Alfa, que, a través de sus distintas empresas, sigue bien presente en el mercado a través de sus productos.
Si Azcue forma parte de esta lista se debe a la decisión determinante que el juez Malagón adoptó de suspender la subasta de bienes de la concursada y de que el 22 de septiembre dictase una providencia en la que se emplazaba al administrador concursal ?que hasta entonces se había mantenido poco operativo a dar una solución aceptable al caso?, a que valorase la oferta que un grupo promotor, que luego constituiría Muebles y Maderas de Nueva Línea, formado por dos inversores industriales cántabros y 30 extrabajadores, habían presentado para hacerse con la firma de Azpeitia.
A partir de ahí el administrador concursal emitió un informe favorable en favor de los ofertantes, mientras los 30 extrabajadores de Azcue acudían la semana pasada a la ampliación de capital de su empresa para depositar sus aportaciones individuales, que oscilan entre los 10.000 y 20.000 euros, para que con la adjudicación en la mano arrancar la actividad de la fábrica, en primer lugar, con la producción de pavimentos y recubrimientos de madera y puertas, una actividad nueva en la firma azpeitiarra y que aportan los dos socios industriales, para ir poco a poco incorporando la fabricación de muebles, donde la marca Azcue-Nueva Línea tenía un gran reconocimiento por su carácter innovador y la calidad de sus productos.
Todo ello ha sido posible gracias a que el modelo de participación ha formado parte del ADN de la quebrada Azcue, hasta el punto de que los trabajadores formaban parte del capital de la empresa a través de una sociedad de cartera. El hecho de que parte de sus trabajadores hayan decidido volver a poner en marcha la empresa, tras dos años inactiva y aportando capital propio para su arranque, en los tiempos en los que estamos, es todo un ejemplo de perseverancia, emprendimiento, esfuerzo, sacrificio, confianza y espíritu colectivo. También es una buena noticia para una zona tan depauperada como la comarca de Urola-Kosta y, más en concreto, para Azpeitia, donde el cierre de empresas ha hecho que se una de las zonas de mayor paro del territorio.l