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El modelo de participación

La decisión de los 77 trabajadores de Candy Hoover que han decidido quedarse en la fábrica de Bergara y apostar por un nuevo inversor industrial que, aunque sea de otro sector, dé continuidad a la actividad de las instalaciones para lo que están dispuestos a ceder total o parcialmente los cerca de cuatro millones de euros que les van a corresponder como indemnización, pone de relieve el alto valor que la participación de los empleados en los proyectos empresariales tiene a la hora de garantizar el tejido productivo de un territorio, no solo en situación de crisis como es el caso, tras el cierre acordado por la multinacional italiana, sino también en una época de bonanza económica.

Aunque todavía faltan cinco meses para conocer si la planta de la ya exCandy de Bergara va a reanudar su actividad, ya que es el plazo que la Diputación Foral de Gipuzkoa se ha dado para encontrar alguna compañía interesada en utilizar esas instalaciones para su negocio, ?curiosamente cuando van a tener lugar las elecciones forales?, sin embargo, ya se empiezan a dar casos en el territorio que demuestran que la participación se está convirtiendo en un antídoto contra la crisis.

El ejemplo lo tenemos en los 30 trabajadores de la antigua Azkue-Nueva Línea que junto con unos socios industriales e inversores cántabros han constituido una sociedad limitada laboral para hacerse con las instalaciones, maquinaría y las marcas del fabricante de muebles de Azpeitia y reflotar la empresa para lo que han hecho una oferta de dos millones de euros que ha sido aceptada ya por el administrador concursal y que están a la espera de que el titular del Juzgado Mercantil Número 1 de Donostia, Pedro José Malagón, dicte el correspondiente auto de adjudicación para reanudar cuanto antes la actividad.

Esta semana, los trabajadores van a ir a la ampliación de capital de la nueva empresa mediante aportaciones individuales que pueden oscilar entre los 10.000 y 20.000 euros para que en el momento en el juez Malagón dé el visto bueno a la adjudicación, comenzar ya la producción de pavimentos y recubrimientos de madera y puertas para ir poco a poco incorporar la fabricación de muebles, donde Azkue-Nueva Línea era una marca con un gran reconocimiento en el sector por su innovación y calidad de los productos.

Para ello, los trabajadores de Azkue-Nueva Línea cuentan ya con dos importantes clientes y otros de menor volumen para suministrar los productos que salgan de la factoría de Azpeitia para lo que es importante que la resolución judicial se produzca cuanto antes para poder llegar a tiempo en los pedidos y garantizar de esta forma el arranque de la fábrica, que lleva inactiva desde diciembre de 2012 cuando la empresa se declaró en concurso de acreedores.

El ejemplo de Azkue-Nueva Línea no solo es una excepción a esa ley que dice que el 90% de los procesos concursales de las empresas terminan normalmente en su liquidación y desaparición, sino que sigue la estela iniciada con la Real Sociedad, el Grupo Alfa y, más recientemente, Fagor Electrodomésticos y es la consecuencia del ADN de esta empresa en la que en los tiempos de bonanza económica los trabajadores participaban en su capital y gestión, a través de una sociedad de cartera, siendo uno de los pocos casos existentes en Gipuzkoa.

El caso de Azkue-Nueva Línea es el ejemplo claro de que la participación de los trabajadores en las empresas, a través de sus distintas formas desde la gestión, en los resultados y en el capital, sirve tanto en tiempos de situación económica de bonanza como de crisis en algo tan importante como es evitar la deslocalización y la pérdida de la capacidad de decisión de nuestras compañías, como, por desgracia, lo hemos visto en los últimos meses con algunas importantes.

Es incuestionable que la participación de los trabajadores en la empresa, en sus distintas variables ayudan a consolidar los proyectos y a mantener los centros de decisión en Gipuzkoa y junto con el cooperativismo está ejerciendo de muro de contención a la progresiva deslocalización de las mayores compañías del territorio.

Basta echar un vistazo a las 50 mayores empresas de Gipuzkoa por facturación para comprobar que 14 de ellas son cooperativas, otra cuenta con una participación de los trabajadores del 20% en el capital como es el caso de CAF, ?que lidera con mucha distancia la tabla?, y cuatro tienen un componente asociativo.

Aunque algunos no lo quieran ver esta es la realidad del tejido empresarial de Gipuzkoa para lo que es necesario arbitrar no solo medidas desde las instituciones de tipo fiscal para incentivar la participación de los trabajadores en el capital de las compañías, sino la puesta en marcha de herramientas financieras o fondos de inversión locales.

Con estos instrumentos podrían haberse evitado situaciones como la de Corporación Patricio Echeverria que fue adquirida por una empresa canadiense que era, en el momento de la adquisición, tres veces menos que la compañía legazpiarra y cuyos propietarios, que pertenecían a la cuarta generación del fundador, estaban tan ansiosos por vender y disponer de liquidez que tuvieron que soportar algunos aplazamientos en la operación por parte del comprador.

A pesar de ello, parece que la participación de los trabajadores en las empresas es un asunto que preocupa a las compañías del territorio hasta el punto de que las ayudas que concede el departamento de Innovación de la Diputación Foral de Gipuzkoa para el estudio y aplicación de este modelo ha aumentado este año un 30%.

De la misma forma, este mes de enero, se cumple un año desde que la patronal Adegi lanzara públicamente su nueva cultura de empresa que plantea la participación de los trabajadores desde la gestión y los resultados que, aunque no descubría nada nuevo a lo que ya se venía aplicando en algunas compañías en Gipuzkoa, provocó reacciones inusitadas por parte del Gobierno Vasco y de las patronales vascas.

La realidad es que numerosas empresas de los otros dos territorios de la CAV se han dirigido a la patronal Adegi pidiendo información para aplicar el modelo de participación al conocer los resultados de sus homólogas guipuzcoanas. Para ello, hace falta que los empresarios actúen de manera transparente y ofrezcan una comunicación adecuada sobre los resultados de la sociedad. Esa es la esencia del proyecto compartido de empresa. l