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Ardua tarea

Conociendo las normas de la Corporación Mondragon, que de manera implacable jubila a sus directivos a los 65 años, al nuevo presidente del Consejo General del grupo cooperativo, Javier Sotil, le quedan algo menos de dos años para convertir en una realidad el nuevo Mondragon surgido de este año de reflexión y del debate entre las cooperativas que se va a celebrar en el ejercicio próximo, donde el correspondiente congreso tiene que aprobar el marco de actuación para el trienio 2017-2020.

A Sotil, que desde que hace una semana fue nombrado presidente de Mondragon le ha cambiado radicalmente la agenda con reuniones y visitas para preparar el congreso del próximo día 15 de diciembre, le va a tocar no solo adoptar la realidad del grupo cooperativo a un escenario radicalmente diferente y anterior a la crisis, sino a preparar la pista de aterrizaje a su sucesor, que necesariamente deberá ser joven en línea con la etapa que se abrió con Txema Gisasola, que fue el presidente más joven de la Corporación.

Sotil tiene por delante la ingente tarea de que Mondragon sea más Mondragon sin que por ello se resientan la soberanía y la autonomía que deben tener las cooperativas, que son la base y el espíritu del movimiento creado hace más de 50 años por el padre Arizmendiarrieta. Sin romper ese status quo, -incomprendido desde fuera-, se va a dotar de una herramienta básica para evitar que en el seno del grupo se produzcan situaciones como la quiebra de Fagor Electrodomésticos, que ha constituido todo un tsunami tanto en el interior de Mondragon como en el conjunto de la economía vasca.

El fortalecimiento de las divisiones donde se agrupan las cooperativas a través de su reducción, porque no parece muy operativo que en el grupo industrial de la Corporación Mondragon existan doce subgrupos por actividad, se presenta como una herramienta de primera magnitud para identificar los problemas de cada cooperativa, activar los mecanismos de intercooperación en su seno para evitar que situaciones como la de Fagor Electrodomésticos lleguen a tal estadio que su rescate sea inviable, poniendo en peligro, además, el futuro de otras empresas.

Esto no es nuevo en el seno del grupo cooperativo, ya que cuando Caja Laboral operaba como único proveedor financiero del grupo, las cooperativas asociadas a la entidad de crédito aceptaban sus directrices, incluso su intervención, para subsanar las desviaciones o los problemas financieros que las empresas pudieran tener en el ejercicio de su actividad.

El control, desde el respeto a la soberanía y la autonomía de las cooperativas, siempre ha existido hasta que nos llegó el becerro de oro de la abundancia y nadie reparó que pronto iban a llegar las vacas flacas sin poner por delante los anticuerpos necesarios para poder curar una infección que lleva ya seis años, sin que nadie sea capaz a día de hoy de pronosticar el día que al enfermo le van a dar el alta.

Nada va a ser igual que del tiempo anterior al año 2008, que es cuando comenzó la crisis, porque los paradigmas han cambiado tan radicalmente que es imposible hablar de crecimiento de la economía, después de tantos años de recesión, cuanto todos los parámetros hablan de estancamiento. Otro problema que tiene en la cartera Javier Sotil, si se tiene en cuenta la fuerte internacionalización del grupo en donde a un fuerte descenso de los países emergentes se une el riesgo de deflación que corre la economía europea.

Las políticas de austeridad propiciadas por Angela Merkel que, entre nosotros, tiene como alumno aventajado a Mariano Rajoy, están provocando que el estancamiento económico de Europa sea una posibilidad cada vez más próxima con el riesgo de que se produzca una deflación en algunos países.

Y aquí hay una coincidencia plena entre los políticos y economistas. El ministro de Finanzas de Francia, Michel Sapin, ha afirmado que en Europa hay un riesgo de caer en la crisis a la japonesa, es decir, deflación, estancamiento y tipos de interés a cero, con lo que hacen falta políticas estructurales de mayor inversión. Desde el año 2007 la inversión en Europa ha caído un 6%.

Pero la opinión del ministro socialista francés Sapin coincide también con la del catedrático de Economía y Estrategia de la London School of Economics, Luis Garicano, que estuvo esta semana en Donostia, invitado por Elkargi, para quien el riesgo de la japonización de la economía europea parece cada vez más claro ante la ausencia de una política monetaria que estimule y dinamice el mercado por parte del Banco Central Europeo.

No se trata de echar dinero a través de un helicóptero, como de manera grotesca proponía el neoliberal Milton Friedman, premio Nobel de Economía en 1976, sino de incentivar a la economía a través de la inversión, incluso sobrepasando la política del déficit público que ha marcado hasta ahora Alemania. Lo contrario es aumentar la desigualdad social y que se puedan permitir en el Estado que 20 ciudadanos tengan tanta riqueza como 14 millones de personas, algo que poco tiene que ver el crecimiento y la estructuración social. Y, a pesar de ello, algunos tienen la desfachatez de afirmar que vamos por la senda de la recuperación.