Aunque la adquisición del 50% de la cooperativa Kiro Robotics por parte de la multinacional catalana Grifols por 21 millones de euros es una muy buena noticia porque es la confirmación de que la empresa de Aretxabaleta ha desarrollado una de las tecnologías más avanzadas del mundo en el segmento de la farmacia hospitalaria y que la alianza va a suponer no solo el despegue de la compañía, sino acometer otros proyectos de más envergadura, sin embargo deja un cierto sabor agridulce porque pone de relieve las deficiencias de este país en el desarrollo de una nueva industria en el ámbito de la salud.

Cuando desde todas las instancias tanto políticas y económicas se pone de relieve la necesidad de afrontar, sin abandonar los sectores maduros en los que ya estamos y por los que nos conocen, apuestas innovadoras hacía nuevos campos de actividad, por ejemplo, en el área de salud, en el momento en que surgen casos de éxito el resultado termina en la venta o en la entrada de un socio estratégico externo.

Lo que ha pasado con Kiro Robotics ocurrió hace un año con la empresa guipuzcoana Createch Medical, dedicada a la fabricación de prótesis dentales, en donde la multinacional suiza Straumann, líder mundial del sector de la implantología dental, adquirió el 30% de su capital. Los dos casos tienen similitudes muy parecidas porque son empresas que han desarrollado productos totalmente novedosos en el mercado mundial, a través del conocimiento desarrollado en otras actividades por ingenieros y técnicos y que por su pequeño tamaño les costaba acceder a los mercados internacionales, que es donde tienen que competir en el menor tiempo posible para poder tener presencia.

En las dos empresas la entrada de un socio estratégico internacional obedece a las mismas razones que es poder acceder de manera mucho más fácil al mercado exterior a través de la red comercial que las compañías adquirentes tienen en gran parte del mundo, donde son líderes en sus sectores. Kiro Robotics va a utilizar la presencia de Grifols, que es la tercera compañía del mundo en la producción de medicamentos biológicos derivados del plasma, para vender sus robots en los hospitales de 100 países donde está presente la empresa catalana y Createch Medical, que está ubicada en Mendaro, aprovecha la red comercial de Straumann en 70 países para vender sus prótesis dentales de titanio.

La entrada de las multinacionales en estas dos jóvenes empresas que nacen, en el caso de Kiro Robotics en medio de la crisis, y que cuentan con una plantilla parecida entre 30 y 25 personas, está fundamentada en razones estratégicas y de supervivencia de las propias compañías en el futuro, a pesar de que la inversión inicial para su puesta en desarrollo haya sido amortizada con creces en las dos operaciones.

Es muy complicado que una pequeña empresa nacida en Aretxabaleta o en Mendaro, como son los casos, al margen de disponer de los recursos necesarios para seguir en el desarrollo de sus innovadores productos tenga capacidad y solidez financiera para darse a conocer en el mercado internacional y poner en marcha una red comercial potente con el riesgo que supone de ser un absoluto desconocido en el mercado que se quiere afrontar y todo ello con la rapidez que exige una economía totalmente globalizada.

Esta pérdida de capacidad de decisión en nuestras empresas en una gran o pequeña medida, por mucho que las compañías sigan localizadas en el territorio, en un sector estratégico como puede ser es el de la salud para la economía vasca requiere de la puesta en marcha de instrumentos financieros específicos a través de las herramientas de capital riesgo en donde la colaboración público privada puede ser importante, para que ese conocimiento surgido aquí pueda dar lugar a una nueva actividad en donde Euskadi puede tener un sitio en el mundo, tal y como lo estamos viendo.

Aunque estos son los dos casos más sonoros por su importancia que pone de relieve la alta tecnología que existe en nuestras empresas que son capaces de desarrollar productos innovadores en el mundo, también hay que destacar otras operaciones en empresas guipuzcoanas de biotecnología que han sido adquiridas por otras compañías de fuera de Euskadi. Este es el caso de BBD Biophenix S.L., la antigua Biobide, que ha sido adquirida por la compañía Bionaturis, que se dedica al desarrollo de medicamentos biológicos.

BBD Biophenix, que es una empresa de referencia internacional dedicada al testado de fármacos en peces cebra ubicada en el parque Miramon de Donostia, fue vendida a esta compañía andaluza, tras superar un concurso de acreedores, gracias a ala implicación en el proyecto de sus ejecutivos, en una operación que se cerró el pasado mes de junio.

De qué sirve fomentar el I+D o poner en marcha incubadoras de empresas que desarrollen productos vinculados con la salud o la biotecniología como grandes sectores emergentes si cuando han sido desarrollados y están en su fase de comercialización, una vez testados en el mercado, llega la multinacional de turno y se apropia de la idea y del producto.

Hay que tener claro si la economía vasca va a pivotar sólo en la producción de bienes de equipo y componentes para la industria pesada dentro de lo que puede ser la industria 4.0 o es posible que, sin abandonar ese campo donde Euskadi es reconocida internacionalmente, se aborden nuevos sectores estratégicos de un mayor valor añadido como son los de la salud y la biotecnología para lo que hace falta los instrumentos financieros necesarios para su desarrollo y consolidación. Este es el reto.