Donostia, ciudad de moda (y II)
Que Donostia tiene un potencial turístico de primera magnitud con un turismo de calidad y de alto poder adquisitivo es innegable a nada que uno transite durante estos días por las calles y plazas de la capital donostiarra. Pero es un turismo que no está canalizado y al que se le podría sacar más partido a nada que se pongan en marcha mecanismos de colaboración público-privada que pongan el turismo de ocio y de negocio como una de las grandes actividades económicas de la ciudad.
Afortunadamente, no hace falta realizar grandes campañas de marketing para atraer ese turismo de ocio que viene a Donostia atraído por la imagen que se proyecta de la ciudad a través del Festival Internacional de Cine y por su gastronomía y que luego se asombra por su paisaje, arquitectura urbana, limpieza de sus calles y la educación y trato de sus gentes.
El primer objetivo que es el posicionar una marca en el mercado acompañada de una imagen determinada, afortunadamente, ya está hecho, con lo que hay que trabajar de manera denodada para conseguir no solo aumentar las afluencias sino alargar las estancias ofreciendo paquetes atractivos que, en algunos casos pueden llegar a ser exclusivos para aquellos visitantes de alto poder adquisitivo que son capaces, como se ha podido comprobar, de arribar en minicruceros al puerto de Pasaia atraídos por el atractivo de la capital guipuzcoana.
Si en el ocio tenemos esa asignatura pendiente, mucho más complicado va a ser su aprobación en el caso del turismo de negocios o de congresos, donde Donostia ha desaparecido de la lista de los organizadores de eventos de gran tamaño y con carácter internacional capaces de reunir a 1,500 asistentes. Este año no se han celebrado, prácticamente, congresos de ese tamaño, tras haberse agotado en los últimos tres años los que ya estaban programados, lo que indica que este tipo de eventos, salvo las excepciones de aquellos organizados por entidades locales, han desaparecido de Donostia para los próximos años, ya que este tipo de acontecimientos se programan con varios años de antelación.
Habrá que ver las razones por las que Donostia ha quedado apeada de la lista de ciudades encuadradas en el segmento MICE (Meetings. Incentives. Congress. Events) de grandes congresos internacionales, en donde compite directamente con Santander. Lo que está claro es que a los efectos de la crisis que han hecho que las instituciones y las empresas controlen mucho más la inversión en este tipo de acontecimientos se han sumado los recelos que en ciertos sectores del Estado todavía provoca la presencia de Bildu en las instituciones.
La organización de un congreso de gran tamaño tiene una gran importancia en las infraestructuras de servicios de una ciudad, por lo que su organización requiere varios años de antelación, con el fin de tener todo dispuesto para que esas 1.500 personas que llegan de golpe y por una estancia de varios días tengan resueltas todas sus necesidades, entre ellas, las del alojamiento, para lo que hay que contar de manera imprescindible con el sector hotelero. Otra cosa son los congresos medianos, con una asistencia de 300 y 500 asistentes que se programan con plazos más pequeños y que, en algunas ocasiones, por falta de disponibilidad en otras ciudades.
El turismo de congresos tiene una gran importancia para la economía de una ciudad porque sus participantes, en general, poseen un alto nivel de gasto y porque desestacionaliza la actividad al producirse en los meses valle del año, lejos del pico del período veraniego.
Como ciudad de servicios que es, Donostia también debe convertirse en el centro comercial de referencia de un hinterland que por el norte puede llegar hasta la ciudad francesa de Mont de Marsan y por el sur hasta La Rioja. No es exagerado pensar que el rectángulo comprendido entre Bergara y Urbieta, por un lado, y San Martín y la Avenida de la Libertad, por el otro, puede conformarse en los próximos meses en un centro comercial urbano de referencia regional a nada que desde el ayuntamiento de Donostia, la Cámara de Gipuzkoa, el Gobierno Vasco y las asociaciones de comerciantes le echen un poco de imaginación, sepan explotar las potenciales que tiene el turismo de compras y coloquen a la ciudad de moda en un referente de la moda.
El fenómeno producido con la apertura de la macro tienda de Zara en el centro San Martín, que se ha convertido en una de los primeros puntos de ventas de la marca del grupo Inditex en el mundo, -hasta colocarse algunos días en los primeros lugares del ranking-, puede producirse también con la galería comercial que va a ocupar toda la planta baja y el sótano del edificio de Kutxabank en la calle Getaria, lo que antiguamente era la sede de la Caja de Ahorros Municipal. El local, que cuenta con una superficie de 4.500 metros cuadrados, ha sido vendido a un fondo de inversión, que va distribuir este espacio entre varias tiendas, conforme al Plan General de Ordenación Urbana. El grupo Inditex ya ha mostrado su interés de estar presente en este centro comercial con varias de sus marcas.
Este turismo de compras también debería de ser cuidado y potenciado, sobre todo por la riqueza que supone para la ciudad y que puede aumentar de manera importante a nada que haya una planificación y coincidencia de intereses. En este momento, de los 73 millones de euros que los ciudadanos del otro lado de la muga dejan en Gipuzkoa a la hora de efectuar sus compras de alimentación, tabaco, combustible y textil, sólo el 2% se queda en la capital guipuzcoana, según datos de la Cámara de Baiona
Si los ciudadanos de Iparralde e incluso más allá de las Landas son capaces de venir a Donostia a comprar textil o calzado, porque una prenda de la misma marca cuesta un 20% menos a este lado de la muga que cruzando el Bidasoa, ese efecto reclamo del comercio low cost, debe de ir acompañado de un esfuerzo de establecimiento de marcas de referencia mundial que respondan a la demanda de un turismo como el ruso o el japonés que comienza a llegar tímidamente a Donostia y que no mira el precio cuando compra un artículo.
En ese rectángulo de oro comercial que se va a convertir el centro de Donostia en los próximos meses, bueno sería que marcas de lujo de reconocimiento mundial abriesen establecimientos en esa zona favoreciendo un tipo de turismo de alto poder adquisitivo y que demanda ese tipo de oferta. No se trata de actuar como ha hecho el ayuntamiento de Bilbao que, por todos los medios, ha tratado de evitar que Louis Vuitton cerrara su tienda en la Gran Vía y que, en este momento, está trabajando para que un gran fabricante de productos electrónicos abra un nuevo establecimiento en esa misma arteria, sino de dar a conocer las potencialidades que tiene Donostia en este sector a aquellas firmas internacionales que nunca hubieran pensado en la capital guipuzcoana como plataforma de venta de sus productos. Queda como sugerencia.