Los puentes de Miramón
Ahora que, en palabras de la patronal Adegi, parece estamos viendo “la luz al final de un túnel aún largo” a tenor del aumento del nivel de confianza que expresan las empresas guipuzcoanas, parece necesario entrar en tiempos de cordura e incentivar el consenso entre todos los agentes políticos, económicos y sociales del territorio para, entre todos, tratar de colocarnos cuanto antes en la txanpa de de la recuperación económica.
Las palabras del presidente de Adegi, Pello Guibelalde, en su discurso ante los empresarios guipuzcoanos con motivo del Día de la Empresa, no parece que van en esa dirección, sino todo lo contrario, porque evidencia una vez más la negación de una realidad política que en Gipuzkoa es la que es. Por ello, la estrategia de la patronal guipuzcoana debería de ir más dirigida a hacer más pedagogía y a convencer a aquellos que todavía están instalados en la existencia de una lucha de clases ?donde los empresarios forman parte del capital que oprime y explota a la clase trabajadora? de que es una antigualla que nada tiene que ver con el presente, sobre todo en Gipuzkoa.
No digo que Guibelalde no tenga razón cuando afirma que la política fiscal que ejecuta el gobierno de Bildu en la Diputación de Gipuzkoa en su afán puramente recaudatorio y nada incentivador supone “un ataque a la línea de flotación del espíritu empresarial” en el territorio que va a traer consecuencias futuras en la inversión y en la creación de empleo. Lo que afirmo es que, por mucho que hable alto y claro una y otra vez, sus palabras van a chocar contra la fachada del palacio foral porque los que están dentro, por ideología y tradición histórica, nunca se han sentido concernidos por el mundo de la empresa, tal y como la mayoría lo entendemos.
Es más, cada vez que Guibelalde abre la boca en ese sentido, mayor convencimiento provoca entre la izquierda abertzale de que están en lo cierto y de que su política está teniendo los efectos deseados en contra del poder capitalista y en favor de la clase trabajadora y los desfavorecidos. Frente a la reacción, más reafirmación, en un bucle que parece que no tiene salida.
Por mucho que Adegi repita una y otra vez que Gipuzkoa es una isla en el sistema tributario europeo, español y vasco con un impuesto ?denominado pomposamente, como el de la Riqueza y las Grandes Fortunas y que confunde las participaciones en empresas familiares con patrimonio personal en un territorio donde el tejido productivo se cimenta en las pymes? es como clamar en el desierto si no se va al fondo del problema.
Lanzar diatribas contra los que niegan la legitimidad a Adegi como representación de los empresarios es meter la cabeza debajo del ala porque la política fiscal que está llevando a cabo la Diputación Foral de Gipuzkoa tiene su origen en los pactos alcanzados entre Bildu y el PSE de 2012 para implantar en Gipuzkoa nuevas figuras impositivas como el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas y que luego dio lugar al acuerdo presupuestario que fue incumplido en su mayor parte por la izquierda abertzale.
¿Por qué Guibelalde no aprovechó la tribuna del auditorio de Miramón para llamar a la responsabilidad del PSE y tratar de que entre todos los partidos de la oposición a Bildu que forman una mayoría en las Juntas Generales de Gipuzkoa se llegue a un pacto fiscal igual que el que suscribieron a nivel de la CAV el pasado mes de diciembre para armonizar el IRPF, el Impuesto de Sociedades y de Sucesiones y Donaciones, y donde quedó aparcado, precisamente, el comúnmente conocido como Impuesto de Patrimonio?.
¿Por qué Adegi no pregunta públicamente al secretario general del PSE de Gipuzkoa, Iñaki Arriola, las razones, al margen de las suyas propias partidistas, por las que su formación no va a entrar a ninguna negociación para armonizar en la CAV el Impuesto de Patrimonio? ¿Porque nos encontramos en fase preelectoral de los comicios forales y municipales del 2015? El propio PNV ha reconocido, en declaraciones de su portavoz, Markel Olano, en este periódico, la necesidad de reactivar las conversaciones con el PSE para armonizar el Impuesto de Patrimonio.
La apelación sobre las consecuencias que puede tener el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas en la economía guipuzcoana y la deslocalización de empresarios que se están yendo a Madrid y a territorios lindantes con Gipuzkoa también concierne al PSE de Arriola porque da la sensación de que no supieron medir los efectos que pudiera tener una norma tributaria acordada al albur de la progresividad fiscal y de sacar pecho por la izquierda en un tiempo en que los socialistas necesitaban visibilidad pública tras su salida del Gobierno Vasco.
El propio Arriola, en manifestaciones privadas que ha mantenido con diversos agentes para tratar de reconducir este asunto, ha reconocido que se “pasaron de frenada”, pero que se mantienen en sus posiciones por no desdibujar su perfil político de aquí a las elecciones forales y locales. La afirmación fue hecha antes de las elecciones europeas, cuando el PSE tenía alguna esperanza de remontar posiciones. Ahora, que está en fase de descomposición, parece que se presenta como imposible. No vaya a ser que le pasen por la izquierda como ha ocurrido en el Estado con el fenómeno de Podemos.
Es el mismo Arriola que, en noviembre de 2008 brindó con cava la decisión de la asamblea de Kutxa de rechazar una fusión con BBK que recogía un planteamiento prácticamente paritario entre las dos cajas, y que en 2011 dio su apoyo a la unión de las tres entidades de ahorro vascas con el resultado de todos conocidos.
Da la impresión de que Adegi no ha sido capaz de convencer al PSE de la situación en la que se encuentran los empresarios y que su única salida es lanzar mensajes desesperados contra aquellos que ven confirmadas sus posiciones cada vez que los oyen y que, sin embargo, proyectan una imagen de conflictividad sobre el territorio que no es nada buena, sobre todo, en este momento de repunte económico. Es tiempo de establecer puentes de acercamiento entre los que son mayoría para alcanzar el consenso y el acuerdo necesario para que esta situación pueda cambiar ahora que estamos cerca de la salida del túnel. l